Una joven descubre un mensaje de su abuelo entre los cajones y su contenido dejó a todos sin palabras

Gerardo hace cinco años que no está entre nosotros. Falleció a la edad de 77 años como consecuencia de un cáncer. Pese a su origen albaceteño, desde niño reside en un pueblo de los alrededores de Madrid, donde se casó, formó una familia y tuvo tres hijos que en total le dieron cinco nietos.

Gerardo siempre había sentido especial debilidad por su segunda nieta, Natalia, con quien estaba muy unida. Natalia es hija única. Su abuelo, un hombre hecho a sí mismo, dedicó su vida profesional a ser chófer de autobús en los pueblos cercanos a la capital de España, por lo que con frecuencia montaba a su nieta en primera fila. Las fotos en los hoteles y en las playas de Denia se sucedían cada verano.

Natalia y Gerardo, unidos por su devoción al Cristo de la Humildad

Tras su fallecimiento, Natalia mantiene cada día vivo en su recuerdo a su abuelo. Junto a sus padres, viven en un barrio de Toledo, ciudad por la que Gerardo sentía verdadera devoción. Tanto es así que se hizo hermano de una de las cofradías de la ciudad toledana, el Cristo de la Humildad que, desde el año 2008, realiza estación de penitencia cada Miércoles Santo por las angostas y estrechas calles del Casco Histórico de esta bella ciudad.

Poco tiempo después, se haría hermana de la cofradía su nieta Natalia, como no podía ser de otra manera, dado los lazos que ambos mantienen. La precaria salud de Gerardo hizo que tan solo pudiese salir en procesión seis años. Pero su presencia aún se deja sentir en el Monasterio de San Juan de los Reyes a través de su nieta, que no falla a la cita cada año.

Todo parece indicar que este año será diferente como consecuencia de la crisis sanitaria a nivel mundial que está provocando el coronavirus, que amenaza con crueldad y mano de hierro el transcurso normal de la Semana Santa.

Natalia se emociona ante los recuerdos

Consciente de este contratiempo, Natalia, en un arrebato de nostalgia y tristeza por este oscuro panorama que se presenta en los próximos días, decidió encerrarse en su habitación para recordar a su abuelo a través de las cartas y las postales que se intercambiaban ambos durante la tierna infancia de Natalia.

Hubo varios momentos en los que Natalia no pudo contener la emoción. Los recuerdos se agolpaban en su mente. Uno de los mensajes que más le había marcado era una frase que pronunció el filósofo y teólogo danés Sören Aabye Kierkegaard: "La puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco para abrirla; si uno la empuja, la cierra cada vez más".

La fotografía que emociona a Natalia

Pero sin duda, la fotografía que siempre toca la fibra de Natalia es en la que ambos aparecen reflejados cogidos de la mano, con una mirada de complicidad y vestidos de nazarenos, minutos antes de realizar estación de penitencia en su Cristo de la Humildad. La imagen va acompañada de una dedicatoria de Gerardo a su nieta predilecta: "Unidos para siempre por una pasión. Te quiere, tu abuelo Gerardo".

Y es que en tiempos de incertidumbre y declive, el último hálito de vida llega en forma de esperanza.