Montse vive su última Navidad en Madrid antes de irse a la Amazonía como misionera: "Estar cerca de quienes sufren"
A sus 48 años, la trabajadora social del Ayuntamiento de Madrid se marchará en el mes de mayo a la Amazonía Peruana: "Serán unas navidades más sencillas, más parecidas a la Primera Navidad"
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Si tuvieras un trabajo estable, en una ciudad en la que te sientes cómodo como Madrid, o Sevilla, o Burgos, o Valencia. Tú eliges la que más te guste. Pero a la vez sientes que tu vocación es darte a los demás, y te dan la posibilidad de desempeñar esa labor solidaria a miles de kilómetros de tu casa, en un lugar donde por supuesto nuestras comodidades y lujos no las tienen ni por asomo. ¿Qué harías? ¿Dejas tu empleo? ¿Qué harías con tus hijos si los tuvieras? Y puede ser lo de menos... ¿pero qué haces con tú hipoteca si la tienes?
La decisión no es fácil. Nada fácil. Por eso, es digno de mención la valentía de personas como Montse Jiménez. A sus 48 años, esta trabajadora social del Ayuntamiento de Madrid se marchará de misionera a la Amazonía Peruana la próxima primavera para los próximos tres años. De su profesión seguramente le viene su vocación de darse a los demás, porque atiende a personas sin recursos, con adicciones, mayores, jóvenes que no pueden pagarse un alquiler.
Esta serán por tanto sus últimas navidades en Madrid en un tiempo. De ahí que en 'Navidad en Misión' haya vivido con Montse su última Nochebuena, a la espera de experimentar cómo será dentro de 365 días.
“Me cuesta imaginármelas, pero serán muy diferentes a estas navidades de aquí, con tantas luces en las calles. Serán unas navidades más sencillas, más parecidas a la Primera Navidad. Me contaban los compañeros de donde iré que están preparando un Belén amazónico con los niños de allí”, ha contado.
"espero que sean comunidades alegres y vivan la Navidad con alegría”
La misión de Montse estará en el Vicariato de San José del Amazonas, al noreste de Perú, en el departamento de Loreto, que hace frontera en el norte con Colombia y en el este con Brasil: “Me voy primero en febrero o marzo quince días para conocer la realidad de allí, al ser un sitio complejo hay que ver si uno es capaz de adaptarse al clima y aislamiento, y luego me iría por tres años en torno a mayo”, ha explicado.
De momento, la última Navidad de Montse en Madrid la está celebrando con sus seres queridos al igual que en años anteriores, pero teniendo presente que su marcha se aproxima. Los mercadillos y las luces de Occidente darán lugar a una celebración más austera y auténtica en las comunidades rurales de la Amazonía peruana: “Nosotros en concreto estamos en la orilla del río Napo, afluente del Amazonas, y espero que sean comunidades alegres y vivan la Navidad con alegría”, ha confiado.
Montse forma parte de OCASHA, la asociación de laicos y laicas misioneras de la Iglesia. Desde hace trece años no hay misioneros en el Vicariato de San José del Amazonas, por lo que las comunidades laicas de la zona se han tenido que organizar para mantener sus celebraciones.
“Nuestro trabajo es acompañar a esas comunidades. En nuestra zona hay tres capillas, y en la comunidad donde vivimos, que son cien personas y acompañamos a diversas comunidades que están a lo largo del río, es acompañar y apoyar a esas comunidades para que se fortalezcan. Es una realidad compleja, y espero aportar desde mi experiencia como trabajadora social. Es es un lugar con poca actividad económica, de subsistencia, con problemática social, problemas medioambientales de contaminación por las madereras, la minería y las poblaciones del río. El consumo de pescado no es posible”, ha relatado la trabajadora social.
Mi madre está bien de salud, confío en que venga a visitarme”
Su vocación misionera se ha ido gestando durante años. "Desde joven he sentido una fuerte llamada por estar cerca de quienes sufren". De ahí que haya formado parte de grupos parroquiales, voluntariado o experiencias breves de voluntariado misionero en los meses de verano. “En esas experiencias conocí a Ocasha, un proyecto que desarrollaban en Honduras.”
Cuestionada por cómo se ha tomado su familia su decisión de ser misionera en la Amazonía Peruana, a miles de kilómetros de Madrid, asegura que “llevan años oyéndome hablar de esto y no les ha sorprendido. Cuando llega el momento en el que va a ser algo real pues mi madre tiene cierta preocupación, pero entiende que es algo que estoy deseando. Mi madre está bien de salud y le gusta viajar, confío en que venga a visitarme”, ha deseado.