Ángel Suquía, una de las figuras más destacadas de la Iglesia española en el último cuarto del siglo XX
Tercero de 16 hermanos, fue arzobispo de Santiago de Compostela y Madrid. Recibió a Juan Pablo II en su primera visita apostólica a España. Falleció en 2006, a los noventa años
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El cardenal Ángel Suquía Goicoechea fue una de las figuras más destacadas de la Iglesia española en la década de los ochenta y de los noventa. Durante su ministerio episcopal, fue titular de las diócesis de Almería y Málaga y luego arzobispo de Santiago de Compostela y Madrid. El Papa Juan Pablo II le nombró cardenal en 1985. Entre 1987 y 1992 ostentó la presidencia de la Conferencia Episcopal Española.
Tercero de 16 hermanos, nació en la localidad guizpucoana de Zaldibia, el 2 de octubre de 1916. Sus padres, José Ignacio y Justa, educaron a sus retoños en la fe: “He visto en mis padres lo que es ser bueno con todos, misericordioso con quienes nos necesitan”, contaba.
Aficionado al deporte, amaba el ciclismo, el fútbol y el boxeo. Pero su pasión era la poesía. El estallido de la Guerra Civil Española, además de hacerle perder a una de sus hermanas en un bombardeo, truncó sus estudios en el Seminario, aunque su condición de seminarista hizo que no fuese enviado al frente.
“Fui nombrado maestro de analfabetos y hacía de todo, desde rezar el Rosario hasta escribir cartas de amor a las novias de los soldados. Un día, ya en Zaldibia, oí dos tiros; salí de casa y vi a dos hombres a los que habían fusilado; me arrodillé y recé por ellos. Cuando nos reunimos en el Seminario después de la guerra, nos propusimos superar los enfrentamientos y ponernos al servicio de la unidad”, comentaba Suquía.
Poco después del conflicto bélico, el religioso fue ordenado sacerdote en Vitoria, en el año 1940. Seis años más tarde fue enviado a Roma para completar sus estudios. De regreso a España, ocupó diversas tareas pastorales hasta que en 1966 Pablo VI le nombra obispo de Almería y, años más tarde, de Málaga.
Cuando en 1973 es nombrado arzobispo de Santiago de Compostela, Ángel Suquía tuvo el honor de recibir al Papa Juan Pablo II en su primera visita a España como Sucesor de Pedro. Corría el año 1982. Un año más tarde, el Papa polaco le asigna la Archidiócesis de Madrid, sucediendo a otra de las figuras destacadas de la Iglesia en España, el cardenal Tarancón.
Ángel Suquía, un cardenal preocupado por la juventud
Su etapa al frente del episcopado (1987-1992) coincidió con el ecuador de los gobiernos de Felipe González, con quien la relación no fue siempre fácil. En la Asamblea Plenaria celebrada por la Conferencia Episcopal en noviembre de 1990, un mes más tarde de que entrara en vigor la ley educativa de la LOGSE, Suquía se mostró duro con el Ejecutivo Central, a quien acusaba de “dificultar la libertad de enseñanza” e imponer trabas “a la educación religiosa de los jóvenes”.
En aquel discurso con el que se inauguraba aquella Plenaria, el cardenal vasco manifestaba que “no se puede hacer a un pueblo un daño mayor que de desarticular su vida moral” ya que, a su juicio, propicia un crecimiento “del desencanto, la insatisfacción y la violencia irracional”, sostuvo.
Defensor de las libertades pero contrario al 'neoliberalismo'
Además de su preocupación por la situación social, política y económica de nuestro país, también era un observador constante de los conflictos internacionales. En abril de 1991 mostraba su profunda inquietud por la situación que se estaba viviendo en Oriente Medio, apenas un mes después de que finalizara la Guerra del Golfo.
"Vivimos un período de profundas trasnformaciones, de inquietud y de incertidumbre. La esperanza de una paz justa en el Medio Oriente, las esperanzas son aún escasas. Pueblos enteros sufren las consecuencias de los errores del pasado, de guerras, ambiciones e intereses que le son ajenos. El angustioso éxodo del pueblo curdo es el último episodio de una larga lista de sufrimientos".
Adelantado a su tiempo, advertía que la caída del comunismo no implicaba el triunfo del capitalismo salvaje. Un mensaje en el que insiste en la actualidad el Papa Francisco, y que plasmó en su última encíclica, 'Fratelli tutti'.
"El fracaso del marxismo puede llevar a la conclusión precipitada de que la única referencia ahora para comprender el mundo es la que ofrece el liberalismo, por ello es necesario profundizar en las reservas que el magisterio de la Iglesia y la doctrina social de la Iglesia ha tenido y tiene con respecto a la ideología liberal o neoliberal”, expresaba en 1991 el cardenal.
La relación de Ángel Suquía con COPE: “Transmite valores morales y espirituales”
Uno de los capítulos para la historia de COPE fue el 21 de septiembre de 1988, cuando inauguró sus nuevas instalaciones en Madrid. En aquel momento, contaba con el equipamiento técnico más moderno. Fue Ángel Suquía quien bendijo los nuevos estudios: “La Cadena COPE es hoy una empresa estable, sólida y socialmente respetada. Para llegar hasta donde hoy estamos han sido precisos muchos y ocultos sacrificios de los obispos diocesanos, de instituciones de Iglesia y de profesionales de radio que, con más fe y entereza que medios materiales, apostaron por la mejora de las emisoras. La Cadena COPE no nació ni sobrevive por motivaciones económica o de pura competitividad. El ideario de COPE exige una concepción explícita de trascendencia y de valores morales y espirituales”, manifestó.
La entrevista de Encarna Sánchez a Suquía tras ingresar en la Real Academia de la Historia
En octubre de 1988, el arzobispo de Madrid y Alcalá de Henares ingresó en la Real Academia de la Historia. Como reflejaba Encarna Sánchez en su programa vespertino 'Directamente Encarna', era la primera vez que un cardenal ingresaba en esta corporación.
“Representa un honor en primer lugar pero también supone una responsabilidad porque como miembro de la Iglesia que soy y miembro cualificado tendré que cuidar la historia de la iglesia y los hechos que a ella corresponden y ver cómo ocupan en la historia general el lugar que le corresponden”, le contaba Suquía a la comunicadora fallecida en 1996.
“Llevó una vida entregada al Señor, a la Iglesia y a los hombres”
Como arzobispo de Madrid, se crearía la diócesis de Alcalá de Henares y de Getafe. Asimismo, durante su gestión al frente de la Archidiócesis, se culminaron las obras de la Catedral de la Almudena, que fue consagrada en 1993 por Juan Pablo II.
Es en la catedral capitalina donde Ángel Suquía fue enterrado tras fallecer en 2006, a los 89 años de edad. En su momento se convirtió en la segunda figura enterrada en la Almudena tras María de las Mercedes de Orleans, reina consorte de España y esposa de Alfonso XII. El día de su muerte la Iglesia y las autoridades coincidieron en reivindicar la labor que desempeñó en la España democrática.
“Llevó una vida entregada al Señor, a la Iglesia y a los hombres”, destacaba el por entonces arzbosipo de Madrid, el cardenal Rouco Varela.
“Fue muchos años arzobispo de Madrid, y muy querido por los madrileños. Impulsó la finalización de las obras de la Catedral de la Almudena. Pero, aún más importante, fue la labor que hizo por la Iglesia Católica en un momento importante para la historia de España”, expresó Ana Botella.
Por su parte el por entonces arzobispo de Sevilla, el cardenal Carlos Amigo, resaltaba que “estas exequias no son una despedida solemne del cardenal Ángel Suquía, al contrario, es la apoteosis de su vida”.