Es la hora del Pueblo de Dios? en salida

Es la hora del Pueblo de Dios… en salida

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

El éxito del Congreso Nacional de Laicos ya se ha dado porque el criterio más importante para la Iglesia es la participación y el compromiso de este camino sinodal en el que nos encontramos. Somos Pueblo de Dios en salida: laicos, consagrados y sacerdotes recorremos un camino juntos, cada uno con su responsabilidad y asumiendo la urgencia de escuchar al Espíritu de Dios que sigue hablando en nuestra sociedad. Dios dota a la totalidad de los fieles de un instinto de fe (el sensus fidei) que los ayuda a discernir lo que viene realmente de Dios (EG 119). Por eso, no importan tanto los números o los datos concretos porque lo verdaderamente importante es la calidad del recorrido, la escucha activa y comprometida que caracteriza al discernimiento comunitario.

Hoy podemos acoger con una mayor sensibilidad las palabras del Papa Francisco en el 50 aniversario de la institución del Sínodo de Obispos, el 17 de octubre de 2015: "El mundo en que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en sus contradicciones, exige de la Iglesia el fortalecimiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión. Precisamente, el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio". Por eso, con el camino recorrido, siendo testigos de la acción del Espíritu, escuchando las reacciones tan satisfactorias de la etapa del precongreso?, podemos asegurar con alegría y responsabilidad que es la hora del Pueblo de Dios? en salida, al modo del Concilio Vaticano II. Se nos pide comunión, crear juntos una sinfonía con las notas que Dios pone en el corazón de cada uno, saliendo de nuestro propio amor, querer e interés. Se nos pide seguir escuchando la voz del Espíritu en los alejados y en los sufrientes con los que convivimos diariamente. Nada de lo que sucede en el interior de las personas puede sernos ajeno y todos los sufrimientos deben ser puestos en la cruz de Jesús, para que, a su estilo, Él nos siga iluminando. Somos llamados a anunciarle a Él, con misericordia, humildad, juntos y en comunión.