Jeanho Sanka relata cómo fue atravesar el desierto africano para llegar a España: "Sabía que podía morir"

El joven inmigrante fue acogido en España por el sacerdote Jorge Compablo en Madrid: "Es como un padre para mí"

José Melero CamposLucía Para

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Desde hace tres décadas, el sacerdote Jorge Dompablo acoge en su seno a colectivos que, por circunstancias de la vida, tienen dificultades para salir adelante, como drogodependientes o inmigrantes. Procede de una familia religiosa de un pueblo de Ávila, tiene 14 hermanos, y es desde ahí donde descubrió su vocación y la necesidad de entregarse a los demás, ser solidario y compartir lo que tenía con los otros.

Una de las personas a las que acoge es a Jeanho Sanka, senegalés que vivió una verdadera odisea para llegar a nuestro país en patera: “De Senegal llegué a Mali, luego a Níger y finalmente de Libia a Italia, donde estuve tres meses”, explica en Aleluya el joven inmigrante.

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El día que cruzó Libia fue la primera vez que vislumbró el mar. Sintió mucho miedo ante la posibilidad de morir en el intento. Pero, como asegura, “hay que creer”. Su supervivencia y de las numerosas personas que ocupaban la patera fue un verdadero milagro. La seguridad en el bote brillaba por su ausencia: “Era consciente de que podía morir en cualquier momento”.

La experiencia fue extremadamente dura. La travesía de Senegal a Libia se prolongó por un periodo de dos meses. Desde Níger a Italia, otro mes. Lo peor, apunta, fue atravesar el desierto africano sin apenas comida y bebida: “Apenas nos podíamos mover. Entre todos teníamos que compartir lo que teníamos”.

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Una vez lograron pisar suelo italiano, Jeanho Sanka recibió asistencia de Cruz Roja en Sicilia, donde permaneció durante tres meses. Desde allí llegó a territorio español. Mientras convivía con su primo, el sacerdote Jorge Dompablo fue en su búsqueda para ofrecerle un techo: “Para mi Jorge es como un padre. Enseguida me adapté a convivir con más gente, porque mi familia es muy grande. La convivencia es buena pese a que seamos gente de diferente país”, detalla el joven inmigrante.

Reconoce que no es una persona de profundas creencias, pero subraya que “de vez en cuando voy a misa, y en el camino vamos rezando un poco para tener suerte”. Preguntado si ha sentido el rechazo por parte de los españoles durante su estancia en nuestro país, lo ha negado de manera categórica: “Nunca me he sentido rechazado. Siempre estuve con chicos blancos y no se portaron mal conmigo”.

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