A Ricardo, el Proyecto Lázaro le ha permitido salir de la calle tras años 'pernoctando' en cajeros y árboles

Estos pisos solidarios, colaborativos e intergeneracionales, son una respuesta a la soledad y la precariedad de las personas sin hogar

Lucía Para

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Lázaro España promueve pisos compartidos en los que conviven personas sin hogar y jóvenes profesionales. Estos pisos solidarios, colaborativos e intergeneracionales, son una respuesta a la soledad y la precariedad de las personas sin hogar. Los hogares acogen entre 6 y 10 personas de edades, orígenes e historias personales muy diferentes. Entre ellos se encuentra Ricardo Barajas, que ha sufrido en sus carnes la falta de un techo.

Cuando dormía en la calle tuvo la suerte de estar en IFEMA, pero antes deambulaba por toda España y durmiendo en cajeros, debajo de árboles o bajo un puente: “Donde pudiese estar tranquilo” precisaba en Aleluya. Cuando llegó a Madrid para buscarse la vida, acabó en un centro de vida que se llama ‘Luz Casanova’. La asistenta que tuvo en esta fundación le dio a conocer el Proyecto Lázaro: “Gracias a ella estoy aquí”. El mismo día que salió del IFEMA tuvo la suerte de ingresar en una de las residencias.

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“Ya he acabado de dar vueltas por ahí”

Cuando Ricardo tenía más de veinte años, se marchó de Madrid para buscarse la vida: “Me cansé de estar aquí”. Como ha explicado, tuvo suerte de acabar en Cataluña, ya que los españoles en aquella época tenían trabajo. Al haber dejado esa vida atrás, Ricardo siente tranquilidad: “Eso quiere decir que ya he acabado de dar vueltas por ahí”. El beneficiario de Lázaro nunca se ha rendido: “La vida siempre sirve, aunque estés en la calle, tenemos los mismos gustos y las mismas ilusiones que cualquier persona”.

Existen muchas formas de ayudar a las personas sin hogar: donándoles alimentos y ropa, ofreciéndoles como voluntario, acogiéndoles en los momentos más duros del invierno, hablando con ellos, y, sobre todo escuchándolos. A Ricardo, cuando estaba durmiendo en la calle, le llevaban bocadillos, recibía dinero de la caridad de la gente, mantas y edredones: “Antes, en la Plaza Mayor, había un montón de gente que dormíamos en la calle y venían muchos voluntarios a ayudarnos y a traernos cosas”, ha subrayado.

Una vez a la semana hacen una cena fraterna entre los compañeros del piso para conocerse más. Es algo que ve necesario en la convivencia familiar que tienen entre todos. Ricardo, después de haber vivido en la calle, ha querido animar a esa persona sin hogar que lo está pasando mal: “Que venga un día a tomar café, nos ve y hablamos contigo. Te contamos lo bueno y lo requetebueno que tiene esta casa”.

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