De una vida de lujos en Singapur a ingresar en un monasterio de Segovia: la historia de la Hermana Evelyn
Evelyn trabajaba como azafata en su país. Pese a llevar una vida acomodada, sintió la llamada y se convirtió al catolicismo para ingresar en el monasterio de Santo Domingo el Real
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Evelyn es de origen asiático. De Singapur para más señas. Su llegada a Segovia ha supuesto un rejuvenecimiento para el monasterio de Santo Domingo el Real de Segovia, que el pasado fin de semana celebró los votos perpetuos de la religiosa. Hacía tres décadas que estas dominicas contemplativas no recibían ninguna vocación.
Evelyn ha renunciado la vida de lujo que llevaba en su país por la oración y la austeridad de un convento de clausura. Y es que en Singapur gozaba de un trabajo muy bien remunerado como azafata aérea, lo que no es moco de pavo en el diminuto país asiático, que dobla la renta per cápita de España.
Pero su vida cambió hace tres años, cuando llegó a la capital segoviana para realizar la profesión temporal ante la comunidad: “Tenía toda la vida lujosa que quería, pero me di cuenta de que nada podía realmente llenarme”, afirmaba Evelyn en una entrevista concedida al ‘El Adelantado de Segovia’.
Antes de recibir los votos perpetuos, la religiosa asiática vivió un proceso de conversión al catolicismo, que emprendió gracias a un amigo: “Quería vivir toda mi vida para Dios, no era sólo hacer algo bueno, como una obra de caridad, sino ofrecer toda mi vida en unión con Jesús”, explica en la conversación con el medio de Segovia.
Su trabajo como azafata le permitía viajar por todos los rincones del planeta. Fue en unas vacaciones donde ubicó en el mapa la ciudad de Segovia y conoció a los dominicos españoles en Singapur: “He estado en la Iglesia de Santa María de Minerva de Roma muchas veces, donde rezaba mucho delante de Santa Catalina de Siena, donde está enterrada en la iglesia. Con la ayuda de las hermanas de la Caridad de Madre Teresa de Calcuta me presentaron al padre dominico que celebraba la misa con ellas todos los días, y así, conocí a los dominicos españoles en Singapur, uno de ellos de Segovia, que me presentaron a las monjas dominicas”, relata.
El camino no ha sido fácil. Su familia no compartía que Evelyn ingresara en un monasterio en España, a miles de kilómetros de su país: “Ya tenía una vida muy cómoda, pero en Asia las personas son bastante religiosas, y este sentido de la religión les ayuda a aceptar la vocación poco a poco, y ahora están de acuerdo porque saben que estoy feliz aquí”.
Su experiencia ha querido compartirla con otras personas que sientan la llamada de Dios, y las anima a seguirle y escucharle: “Lo importante es que Dios nos busca, hasta que nos damos cuenta. Cuando empezamos a sentir que nos falta algo, porque lo que tenemos no nos llena hay que ser muy sincera consigo misma, y saber lo que quiere de verdad. La llamada es de Dios, nuestra parte es rezar mucho por ellas”, sostiene en ‘El Adelantado de Segovia’.