Teresita, la misionera de 10 años que descansa en paz y conmueve a España

La pequeña falleció el pasado domingo, 7 de marzo, en Madrid a consecuencia del tumor con el que llevaba tres años luchando

Teresita, la misionera de 10 años que descansa en paz y conmueve a España

Redacción Religión

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Teresita Castillo de Diego tenía 10 años, era una niña enferma por un tumor en la cabeza, pero, sobre todo, era misionera de la Iglesia. La pequeña falleció el domingo 7 de marzo en Madrid a consecuencia del tumor con el que llevaba tres años luchando, pero su historia, su testimonio de fe y de amor a la Iglesia y a su misión ha conmovido a España.

La historia se hizo conocida a partir de la visita de don Ángel Camino Lamela, Vicario Episcopal de la Vicaría VIII de la Archidiócesis de Madrid, al Hospital de La Paz el 11 de febrero. Como el sacerdote cuenta en una carta enviada a todos los fieles de la Vicaría, ese día, tras celebrar la Misa en el Hospital, los capellanes de La Paz le propusieron visitar a una niña gravemente enferma que tenía programada al día siguiente una operación para extirpar un tumor en la cabeza.

“Hemos llegado a la UCI debidamente equipados, he saludado a médicos y enfermeras, y acto seguido me han llevado a la cama de Teresita que estaba junto a su madre Teresa. Un vendaje blanco rodeaba toda su cabeza, pero tenía la cara suficientemente descubierta como para percibir un rostro verdaderamente brillante y excepcional”, narra el sacerdote, que explicó que acudía “en nombre del Sr. Cardenal Arzobispo de Madrid para traerle a Jesús”.

La niña preguntó: “Me traes a Jesús, ¿verdad?”, y a continuación añadió: “¿Sabes una cosa? Yo quiero mucho a Jesús”. En ese momento la madre intervino en la conversación e invitó a su hija: “Dile a Ángel lo que tú quieres ser”. Teresita respondió: “Yo quiero ser misionera”. El P. Ángel quedó impactado por la respuesta, “totalmente inesperada para mí”. “Cogiendo fuerzas de dónde no tenía, por la emoción que me produjo la respuesta, le digo: ‘Teresita, yo te constituyo ahora mismo misionera de la iglesia, y esta tarde te traeré el documento que lo acredita y la cruz misionera’”.

El P. Ángel administró entonces el Sacramento de la Unción, y le dio la Comunión y la bendición apostólica del Papa Francisco. “Ha sido un momento de oración, sumamente sencillo, pero profundamente sobrenatural. Se han unido a nosotros algunas enfermeras que espontáneamente nos hicieron unas fotos, para mí totalmente inesperadas, y que se quedarán como un recuerdo imborrable. Nos hemos despedido mientras ella, con su mamá, se quedaba rezando y dando gracias”.

Aquella misma mañana, en la Vicaría, el P. Ángel elaboró el oficio de misionera “bajo un pergamino verdaderamente precioso”. Luego tomó la cruz de misionera “y a las cinco de la tarde regresé de nuevo al Hospital de La Paz. Me estaban esperando los capellanes y fuimos derechos a la UCI”.

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“En cuanto me ve la mamá”, continúa el testimonio del vicario, “dice en voz alta: ‘Teresita, ¡no me lo puedo creer! Viene el Sr. Vicario con el regalo para ti’”. La niña tomó en sus manos el documento y la cruz, y le pidió a su madre que la colgara junto a la cama: “Esa cruz pónmela en la barra para que la vea bien, y mañana me la llevo al quirófano. Ya soy misionera”.

Aquel regalo le llegó a Teresita en un momento especialmente duro. Como narra su madre Teresa a la Archidiócesis de Madrid, en aquel momento “ya llevaba dos válvulas que habían fallado y cada vez que le fallaba una válvula y se le obstruía era mucho dolor”.

Como una crucificada

Teresita llegó a España cuando tenía 3 años después de ser adoptada, pues procedía de Siberia (Rusia). Destacó su “vida espiritual profunda y fuerte” a la vez que, como todos los niños, “quería jugar y estar con niños”. En su colegio madrileño de las Hijas de Santa María del Corazón de Jesús, en Galapagar, solía ir a Misa diaria y a comulgar.

La enfermedad de Teresita comenzó en 2015, cuando le detectaron el tumor. El tratamiento inicial, con cirugía para extirpar el tumor y quimioterapia durante un año, fue un éxito. Sin embargo, en 2018 el tumor volvió a aumentar. Tuvo que someterse a una nueva operación y a un nuevo tratamiento en Suiza. Un accidente jugando a finales de 2020 la llevó de nuevo al hospital y el 2 de enero fue nuevamente ingresada debido a los fuertes dolores de cabeza que sufría.

Antes de la operación, programada para el 11 de enero, se encomendó al Beato Carlo Acutis y a la venerable Montse Grases. Sin embargo, la cirugía no pudo realizarse debido a una complicación médica. Hubo que ponerle un drenaje en la cabeza para reducir la hidrocefalia. Por si eso fuera poco, Teresita y su madre dieron positivo por coronavirus, por lo que hubo que aislarlas.

La válvula comenzó a fallar, se obstruía, y eso le causaba gran dolor. Mientras, el tumor seguía creciendo sin posibilidad de operarse. Teresita vivió esa situación con su fuerte espiritualidad: “Como ella tenía ofrecidos sus sufrimientos, pensabas que igual Jesús se estaba aprovechando para salvar a más almas y más almas”, dijo su madre, que recordó también las palabras de la niña: “Lo estoy ofreciendo por la gente; por ejemplo, por alguien que esté malito, por los sacerdotes”.

En sus últimas semanas de vida, Teresita “era como una crucificada”, expresó la madre, sensación que se pronunciaba cuando, ante su imposibilidad para beber agua, las enfermeras le ponían gasas empapadas en agua en la boca. Pero, al mismo tiempo, su afán por ser misionera aumentaba: “Quiero ser misionera”, “quiero vivir por Jesús”.

Un testimonio que dio la vuelta en todo el mundo misionero

Hasta el momento en que la instituyó misionera, la fuerza de la fe de Teresita ya había dejado una profunda huella en el P. Ángel Camino Lamela, pero lo que sucedió a continuación le causó un asombro inmenso.

“Lo que yo no me podía imaginar es que, a través de los contactos de los padres, este testimonio llegó a oídos del Delegado Nacional de Misiones. Me llama al día siguiente y me hace esta pregunta: ‘¿Tú has constituido en el Hospital de La Paz a una niña misionera?’, efectivamente, le digo, ‘ayer después de darle la unción y la comunión, la constituí misionera con la oración preceptiva y posteriormente le llevé el documento con la cruz de misionera”. Entonces el Delegado Nacional de Misiones le explicó que “este testimonio ha dado la vuelta en todo el mundo misionero de España y ya han puesto a Teresita como una nueva protectora para los niños en misión”.

A las 9:00 de la mañana del domingo 7 de marzo “Teresita ha partido hacia el cielo”. Al velatorio, en el Tanatorio de El Escorial se desplazó el Arzobispo de Madrid, Cardenal Carlos Osoro, “para hacerse presente” y ofrecer “unas palabras llenas de esperanza que han consolado abiertamente a los padres, familiares y niños compañeros de Teresita. Ha concluido Don Osoro dando la bendición a Teresita de cuerpo presente y a todos los acompañantes”.

Antes de concluir el velatorio, la tía de Teresita pidió permiso al P. Ángel para mostrarle el audio que Teresita le envío el mismo día en que él la había constituido misionera. “Textualmente oímos con una voz muy suave, como de alguien que está cansado, pero que saca fuerzas de dónde no las tiene y dice: ‘Hola tía, te cuento una cosa muy importante para mí, esta mañana después de recibir la Unción y la Comunión, el Vicario de Madrid me ha constituido misionera: ya soy misionera’”.

Teresita fue enterrada ayer lunes 8 de marzo. Don Ángel Camino Lamela finalizó su carta invitando “a que recéis por Teresita y, sobre todo, a que os encomendéis a ella porque estoy convencido que va a proteger de un modo especial a toda la Vicaría VIII, en la cual ella fue constituida misionera”.

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