Joan Piris, sobre el conflicto catalán: "Yo soy un profesional de la comunión y separar es lo contrario"
El obispo emérito de Lleida repasa su trayectoria en 'EMÉRITOS', y revive algunos capítulos difíciles como la tensión nacionalista o el conflicto con Barbastro-Monzón
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El obispo emérito de Lérida, Joan Piris, ha puesto en valor el papel del nacionalismo en territorios como Cataluña, si bien apunta que “el separatismo no es muy conveniente”. En estos términos se ha expresado quien fuera titular de la diócesis catalana entre 2008 y 2015 en la entrevista concedida en el programa 'EMÉRITOS' de TRECE.
Piris ha recordado cómo afectó a la Iglesia que gestionaba en aquellos años de tensión entre Cataluña y el Estado Central, que derivó entre otras cuestiones en la consulta ilegal del 9 de noviembre de 2014. Su posición, ha remarcado, siempre fue la misma: unidad respetando el valor de las identidades: “Cuando los periodistas me preguntaban por mi opinión les decía que soy un profesional de la comunión y separar es lo contrario. Pero las identidades son las identidades aunque la unión no es uniformidad, porque un puzzle es una unión de piezas distintas. Se puede hablar de unión pese a diferentes sensibilidades. En la propia Conferencia Episcopal las tenemos y somos un cuerpo”, ha indicado.
El conflicto de los bienes de la Franja: “Que te llamen ladrón por algo que pasó hace cien años....”
Otro de los momentos más complejos que vivió el obispo emérito de Lérida y que como ha confesado en 'EMÉRITOS' le llevó a plantearse presentar su dimisión, fue el litigio de los bienes de la Franja, por el cual el Museo de Lérida debía devolver las 111 obras de arte sacro al obispado de Barbastro-Monzón después de que en 1995 las parroquias aragonesas que habían pertenecido a la diócesis catalana pasaran a integrarse al obispado aragonés.
“Fue el momento más doloroso. Problemas he tenido muchos, pero el caso de los cuadros del museo fue muy duro y doloroso sobre todo los dos primeros años, en los que pensé en presentar mi dimisión”.
A Joan Piris le tocó lidiar con ello a su llegada a la diócesis, tras siete años de servicio satisfactorio como obispo de Menorca. Asegura que incluso se sintió engañado: “Acepté venir a Lérida con 61 años. El Nuncio me dijo que estaba en vías de solución y pactado para resolverse. De eso nada, no estaba resuelto. Era muy violento todo. Que llamen a uno ladrón por algo que pasó hace cien años es difícil de explicar, cuando yo quise facilitar las cosas y firmar lo que se me puso por delante. Tuve una reunión con el Secretario de Estado del Vaticano en Roma y me escribió una carta Bertone diciendo que si las autoridades catalanas se oponen a la devolución que yo las denunciara ante la sociedad civil. Yo le dije que haría lo que me mandara si me sacaba de aquí mañana, porque me pedía que fuera en contra de los intereses de mi pueblo. Lo pasé mal. Te decían de todo, unos en contra y otros a favor”, recordaba el prelado.
Ahora que la situación está más calmada, Piris reconocer que hay motivos para que el Museo de Lérida devuelva estos cuadros a Barbastro, pero matiza que también tiene razones para quedárselas: “Cataluña ha invertido millones de euros en su conservación y si se ha conservado es porque estaba aquí”, afirma.
Joan Piris, un ministro del Señor de 83 años influenciado por el Concilio Vaticano II
Y es que la trayectoria de Joan Piris da para horas de conversación. A sus 83 años, tomó la decisión de trasladarse a Valencia cuando entró su sucesor en Lérida: “En las diócesis pequeñas es mejor desaparecer y dejar el campo libre”, ha opinado.
Puede presumir de buena salud pese a su edad avanzada, si acaso algún achaque en las rodillas “como el Papa Francisco”, pero ello no le impide continuar. En 'EMÉRITOS' ha reconocido que su infancia fue feliz junto a sus padres, aunque con algún drama familiar, como la pérdida de su único hermano al poco tiempo de nacer. Ella era modista (conserva las tijeras de coser de su madre) y él albañil y no creyente. Tanto es así que no estuvo presente en la Primera Comunión de su hijo.
Fue ordenado sacerdote en 1963, en pleno Concilio Vaticano II que marcó a toda una generación de nuevos sacerdotes, entre los que él se encontraba: “Había mucha ilusión y esperanza. Yo en 1965 estaba en Roma, en la clausura del Sínodo y para mi el Concilio fue una experiencia mediada pero muy cercana y esperanzadora. También difícil porque había muchos espíritus del concilio que crean tensión, ¡pero qué vida no tiene tensión!”
Ahora, en unos tiempos donde la secularización avanza, especialmente en el mundo Occidental y las vocaciones menguan, Piris aconseja a quienes sienten la llamada atrevimiento: “Si lo que sientes es de Dios, funcionará. Y si no, tienes tiempo para reflexionar. No construyas algo que no puedas sostener”, precisa.
Asimismo, para quienes consideran que Dios no es más que un amigo imaginario, les invita a pensar “quién le hace respirar, quién le permite soñar, quién le permite amar... Si es una imaginación, diría que hay miles de personas que han dado la vida por esa imaginación. Uno puede equivocarse, pero tanta gente soñando algo que no existe durante tantos siglos... eso no puede ser. De todos modos que siga esperando su hora, porque aunque él no crea Dios le ama y le quiere”, recuerda el obispo emérito de Lérida.