La reacción de esta religiosa tras ser obligada a blasfemar antes de ser asesinada durante la Guerra Civil
Durante la década de los años treinta, miles de religiosos y religiosas fueron perseguidos en España por el odio a la fe entre algunos sectores de la población
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La Hermana dominica Isabel Sánchez Romero fue vapuleada con crueldad y violencia tras ser perseguida por sus creencias religiosas en el año 1937, durante la Guerra Civil Española. Era ya una religiosa de avanzada edad, unos 76 años. Sin embargo, nunca renunció a su fe, pese a que sus verdugos se empeñaban en hacerla blasfemar. Nunca lo consintió, lo que le hizo perder la vida de la manera más cruel.
En diciembre de 2019, el Papa Francisco reconoció el martirio de esta religiosa nacida en la segunda mitad del siglo XIX en el municipio granadino de Huéscar. Su vocación le llegaría en sus primeros años de vida, ingresando con 17 años en el monasterio de las Hermanas Dominicas. Como monja profesa, tomó el nombre de Ascensión de San José.
Su vida no fue sencilla, ya que padecía una enfermedad rara que cubría todo su cuerpo de llagas. Pero lo sobrellevó con dignidad y sin lamentaciones. Como hemos comentado, su vida se vio truncada con el estallido de la Guerra Civil Española. Los católicos eran perseguidos por el odio a la fe que algunos sectores profesaban.
Fue arrestada por el bando Republicano en 1937
La Hermana Isabel Sánchez Romero fue una de las religiosas que fueron arrestadas por los milicianos. Fue el 15 de febrero de 1937. Su estancia en prisión fue un verdadero calvario, al ser insultada y agredida físicamente por el bando republicano. Como en otros tantos casos de religiosos cautivos por las milicias, trataron de obligarla a blasfemar y renunciar a su fe. No solo no lo consiguieron, sino que ella respondía a aquellas peticiones forzosas con jaculatorias (oraciones breves).
El día en el que fue fusilada junto a otros prisioneros, previamente fueron trasladados todos al cementerio. Cuandola Hermana Isabel Sánchez Romero trataba de subir al camión, su avanzada edad se lo impidió. Por ello, los milicianos, sin ningún tipo de miramiento, la tomaron para lanzarla como si fuera un saco para que pudiese acceder al vehículo.
Así arrebataron la vida de la Hermana Isabel Sánchez
Antes de morir, fue testigo directo de cómo mataban a su sobrino Florencio. En el caso de la religiosa granadina, pusieron su cabeza sobre una piedra y con otra piedra le machacaron el cráneo. Era el 16 de febrero de 1937.
El mismo día que el Papa Francisco reconoció el martirio de la Hermana Isabel Sánchez, hizo lo propio con la religiosa italiana Maria Luigia del Santísimo Sacramento (Maria Velotti). Nacida en Soccavo, cerca de Nápoles, el 16 noviembre 1826, fundó el Instituto de las Hermanas Franciscanas Adoratrices de la Santa Cruz (1826-1886) estableciendo la Casa Madre en Casoria, en cuya capilla descansan sus restos mortales.