Condiciones precarias y jornadas de 14 horas: los trastornos de salud mental que sufrió Inés en su trabajo

De 24 años, la joven psicóloga ha sido víctima de la precariedad laboral que sufren buena parte de los jóvenes españoles: "Tuve que coger la baja médica por salud mental"

Redacción Religión

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Inés González tiene 24 años. Estudió psicología y hace un tiempo comenzó a trabajar en una empresa que abogaba por la economía social. Todo empezó bien, pero aquello se fue torciendo hasta que las situaciones de precariedad e indignas fueron una constante.

 

“Hacíamos horarios larguísimos, jornadas de trabajo de catorce horas... aquello que empezó siendo algo puntual se hizo rutinario. Llegó un punto en el que te das cuenta de que estás atrapada en lo que está ocurriendo en el trabajo”, ha contado Inés en una entrevista en 'Ecclesia, en salida'.

Aquello pasó factura a Inés, desde lo físico hasta lo mental: “No descansas bien, estás cansada emocionalmente, vives con miedo a enfrentarte al trabajo, a hablar con la empresa... hasta el punto de coger la baja médica por salud mental”, ha continuado relatando la joven de 24 años.

En un primer momento Inés no era consciente de la explotación laboral a la que estaba siendo sometida, llegando a justificar en parte el comportamiento de sus jefes. Todo cambia cuando sus compañeras de las Juventud Obrera Cristiana (JOC) le hicieron abrir los ojos.

“Se dan cuenta de lo que me pasa y me dan un toque que me hace plantearme si lo que estoy viviendo es lo que quiero. Me doy cuenta de que no es lo que yo quería para mi vida y que me repercute en la salud, sobre todo en la mental”, ha expresado.

Inés abandona la empresa con sentimiento de culpa: “Piensas que igual no era para tanto"

Por ello Inés González decide romper con la empresa y marcharse de manera voluntaria sin ninguna alternativa laboral: “No tenía derecho ni a cobrar el paro, pero consideraba que cualquier cosa era mejor que estar viviendo aquello tan angustioso. Gracias al apoyo de mi familia y el entorno decido dejar el trabajo”, ha explicado.

Inés está independizada, por lo que al darse de baja en la empresa su preocupación era cómo iba a seguir pagando las facturas sin ingresos: “Gracias a un entorno favorable que me apoya, pude continuar viviendo en casa sin volver a la de mis padres, pero muchas personas no pueden tomar esa decisión porque supone retroceder en su proyecto de vida”.

Hubo momentos en los que Inés incluso se sintió culpable por dejar la empresa, dando lugar a pensamientos negativos: “Piensas que igual no era para tanto, que tendría que haber aguantado un poco más, que podría haber hecho las cosas de otra manera...”

Actualmente, Inés está desempleada, aunque por suerte cobra una prestación por desempleo. Tiene formación de sobra, pero el mercado laboral no es fácil para los jóvenes: “Esto viendo cómo puedo encajar porque hay muchas exigencias y se nos pide mucha formación, mucha experiencia y es difícil dar el perfil”, ha lamentado.