Las tres semanas de Luisana vagando por las calles de Madrid sin un techo: "Piensas que solo le pueden pasar a personas con adicciones"

La venezolana llegó a España hace diez meses en situación irregular, como consecuencia de su divorcio y la crisis  política que vive su país. Cáritas Madrid le devolvió la esperanza gracias al proyecto CEDIA

Redacción Religión

Publicado el

3 min lectura

Luisana tiene 34 años. Llegó a España procedente de Venezuela hace diez meses, como consecuencia de su divorcio y la crisis económica y política que vive el país. Durante unas semanas Luisana se vio en la calle. La falta de un techo la obligó a afrontar situaciones que le impedían su integración plena en la sociedad por su situación irregular y la ausencia de ahorros. Una realidad que puede pasarle a cualquiera.

 

“No podía trabajar dignamente porque no tengo papeles ni permiso de trabajo, estoy sola acá y de ir en alquiler en alquiler con los precios como están, llegó un momento en el que me quedé sin nada y me quedé en la calle. Pasé alrededor de tres semanas o un mes en la calle, algunos días en hostales de bajo coste, algunos días en la comisaria, otros en la terminal del aeropuerto...”, ha explicado en 'Ecclesia, en salida'.

En la entrevista, Luisana no ha podido verbalizar su sentimiento aquellas semanas sin hogar: “La vulnerabilidad, la desesperanza de no tener siquiera un techo o comida caliente, un resguardo, una seguridad...”

El recurso de Cáritas Madrid que permitió a Luisana tener un techo

En esta crítica situación, la venezolana conoce un recurso de Cáritas Madrid, CEDIA, para personas sin hogar. Previamente acudió al SAMUR Social, pero uno de los trabajadores sociales le comentó que no podían asignarla una plaza al no ser considerada prioridad, que era para madres con niños pequeños.

“Me dieron una hoja en blanco con información de lugares donde puedo ir, pero algunos son para empadronados, otros solo para hombres... y di con CEDIA, fui allá y relaté la historia de lo que me pasó y me dicen que estaba anotada en una lista de espera y pronto me llamarían. Me llamaron muy pronto, tres días después”, ha continuando narrando Luisana en TRECE.

En CEDIA, asignaron una plaza para la joven migrante en un albergue con habitaciones compartidas, lo que representó un punto de inflexión para Luisana, que ya tenía un espacio donde dormir tranquila y segura.

Meses después, el proyecto de Cáritas Madrid la derivó a un programa de pisos compartidos donde actualmente reside Luisana. Tener un techo le ha permitido avanzar en otras facetas como el empleo: “Trabajo en la limpieza de hogares y cuidando a las personas mayores, soy solicitante de asilo político. Voy dando pasos para regularizar mi situación”.

"tratas de ayudarlos aunque sea con una sonrisa"

Luisana nunca imaginó atravesar por este drama, pero ha extraído lecciones valiosas, como la empatía: “Piensas que solo le pueden pasar a personas con adicciones, mayores... y no a una profesional joven o a alguien que una vez tuvo muchos negocios y vivió muy bien en el pasado”, ha reflexionado la venezolana.

También ha cambiado su mirada hacia las personas sin hogar: “Puedo sentir lo que están sintiendo, los miras diferente, tratas de ayudarlos aunque sea con una sonrisa más allá de darles dinero. Hay muchas formas de poder ayudar para que no te sientas excluido. Hay necesidad de escucha, de cariño, de compañía más allá de las necesidades básicas como un techo o comida”, ha apostillado.

De ahí que Luisana haya reclamado a la sociedad “poner nuestro granito de arena porque es una situación que directa o indirectamente nos afecta. Mirar con un poco más de cariño, que es una persona, no es hijo de la nada, tuvieron una vida y por 'x' razón pasan por este momento, pero siempre hay oportunidad de reinsertarnos y tener una vida incluso mejor de la que teníamos antes”, ha asegurado.