La historia de Daniel, un joven nigeriano que pagó 6 veces a las mafias para llegar a Malta: "Muchos murieron"
El Papa Francisco ha escuchado con atención la historia del joven, que abandonó su Nigeria natal en busca de un futuro mejor en Europa. No lo logró hasta cinco años después
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Daniel se vio obligado a pagar hasta en seis ocasiones a los traficantes para llegar a Malta. Por momentos perdió la esperanza, pero tras años de intentos por abandonar Libia, finalmente lo logró.
Este joven inmigrante de origen nigeriano ha compartido con el Papa Francisco su historia este domingo, 3 de abril, durante la visita del Santo Padre al 'Laboratorio por la paz' en el país maltés, última estación que ha realizado Jorge Bergoglio en su Viaje Apostólico al corazón del Mediterráneo.
Fue hace cinco años cuando Daniel dejó Nigeria. Durante su travesía por el desierto se encontró junto a sus acompañantes cadáveres de personas, animales, coches quemados o bidones vacíos de agua. Ocho días después de una travesía traumática, lograron pisar Libia: “Los que tenían que pagar a los traficantes por la travesía fueron encerrados y torturados hasta pagar su cuota. Algunos murieron y otros perdieron la razón. Yo por suerte no estaba entre ellos”, afirma Daniel ante un Papa atento a su historia.
En aquellos años Libia libraba una guerrilla, por lo que la violencia era una constante en el país. Daniel y el grupo de inmigrantes con el que se encontraba viajaban de un lugar a otro apiñados en vehículos “como sardinas” para escapar de la policía y evitar ser robados.
“Pagué dos veces a los contrabandistas y me prometieron meterme en un barco hacia Europa pero finalmente se cancelaron los viajes y no nos devolvieron el dinero”, recuerda el joven africano. Las condiciones de vida eran terribles. Finalmente encontró un empleo en el país para hacer frente a la siguiente travesía.
“Al final me subí a un bote con más de cien personas dentro. Navegamos 17 horas hasta que un barco italiano nos rescató. La gente se arrodilló dando gracias a Dios para descubrir más tarde que el barco regresaba a Libia”, relata.
Obligado a volver al país africano, Daniel volvió a trabajar junto a un policía que le dio refugio y comida. Incluso le puso en libertad con la condición de que trabajara para su hermano. Finalmente tuvo que huir ya que el hermano del agente no le pagaba.
Nueve meses después, Daniel volvió a emprender la travesía al Primer Mundo. Dos de los acompañantes cayeron al mar perdiendo la vida: “Perdí la esperanza. Me dormí esperando morir. Me desperté al día siguiente y la gente sonreía porque había una esperanza nueva. Seguimos navegando y nos encontramos con unos pescadores tunecinos que nos dieron comida y pidieron ayuda, pero llegó el barco de la guarda costera tunecina”.
Tras un tiempo retenidos, regresaron a Libia una vez más. Poco después, Daniel se dispuso a intentarlo por enésima vez, esta vez con más suerte: “Después de tres días en el mar llegué a Malta tras pagar por sexta vez a los traficantes. Cuando nos rescataron los guardas malteses no lo creía. Recuerdo lágrimas de alegría y sonrisas porque estábamos salvados y mi sueño se hizo realidad”.
No obstante, la alegría duró poco tiempo “porque nos encerraron seis meses en un centro. Yo lloraba, perdí la razón, quería morir. ¿Por qué somos considerados criminales y no hermanos? Tras este tiempo vinimos aquí, al 'Laboratorio de la paz'. Me costó adaptarme porque la detención me quitó las ganas de soñar. Pero todo cambió y afronté la vida cotidiana con esperanza y ahora mi vida es mejor gracias a su apoyo”, reconoce Daniel, quien tras contar su historia se fundó en un emotivo abrazo con el Santo Padre.