Humilde, paciente y generoso: así era el beato Isidro de San José, patrono de los enfermos de cáncer
El presidente de la CEE, el cardenal Juan José Omella, ha reivindicado la figura del religioso belga beatificado por Juan Pablo II coincidiendo con el día de su festividad
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La Iglesia celebra este jueves, 6 de octubre, al Beato Isidoro de San José, patrono de las personas que padecen cáncer. Personaje de comienzos del siglo XX, nació en Bélgica, en el seno de una familia de granjeros.
Durante su juventud, trabajó en el campo, al tiempo que cultivaba su espiritualidad. Ámbito que alimentaba acudiendo al coro de la parroquia y también como catequista en los templos de Saint Gilles y Vrasene.
Asimismo, Isidoro de San José se inscribió en la 'Pía unión por el Vía Crucis semanal', porque amaba meditar la pasión de Jesús. En este proceso que fue madurando en sus primeros años de existencia, se cruzó con un sacerdote redentorista que le encaminó hacia la Congregación de la Pasión, fundada en 1720 por San Pablo de la Cruz.
A los 26 años, el hoy beato ingresó en el noviciado 'pasionista' de Ere en condición de religioso hermano. Al mismo tiempo, sufría la separación de su familia, lo que le costó padecer una grave enfermedad fruto del estrés.
Pese a todo, en 1907 tomó el hábito pasionista y en 1908 emitió la profesión religiosa. La humildad y la paciencia fueron sus virtudes, al vivir en una rígida pobreza. En el convento, se dedicará al cuidado de la huerta y la cocina.
Los graves problemas de salud acercaron al beato a Dios
Pero pese a su corta edad, los problemas de salud aparecieron pronto. En 1911 le fue extirpado el ojo derecho como consecuencia de un tumor. Pese a los dolores, Isidoro de San José superó con fuerza el trance. Tanto es así que el médico que le operó exclamó: “¡Este hombre deber ser un santo!".
No obstante, el cáncer siguió avanzando hasta el intestino. Los médicos ya le alertaron de que había poca solución. Lejos de revolverse contra su destino, acogió la noticia con serenidad. Su sufrimiento se la ofreció al Señor. Su bondad y alegría continuó como hasta entonces.
“¿Puede haber tesoro mayor que el morir tranquilo en la paz del Señor, para entrar en una eternidad de dicha en el Cielo, donde todos nos volveremos a ver agradeciendo junto a Dios la bondad y misericordia que nos ha manifestado?”, reflexionaba en sus últimos días de vida.
Falleció en la localidad belga de Courtrai alejado de sus familiares, ya que los alemanes habían ocupado Bélgica durante la Primera Guerra Mundial. Juan Pablo II lo beatificó el 30 de septiembre de 1984.
Omella reza por los enfermos de cáncer
El presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella, ha recordado que el Beato Isidoro de San José es el patrono de todos los enfermos de cáncer, y ha rezado por todas las personas que viven este trance: “Rezo por ellos y por su pronta recuperación. Y rezo también por todos los que cruzan el umbral de esta vida para que los reciba Dios en su Misericordia”, ha expresado el también arzobispo de Barcelona en su cuenta de Twitter.