El presidente de Portugal apuesta por una JMJ que sea una "gran fiesta universal, abierta y ecuménica"

Marcelo Rebelo de Sousa ha abogado por una Jornada Mundial de la Juventud "abierta" que será una "plataforma entre océanos, continentes, culturas y pueblos"

El presidente de Portugal apuesta por una JMJ que sea una "gran fiesta universal, abierta y ecuménica"

Redacción Religión

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El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, abogó este lunes por una Jornada Mundial de la Juventud "abierta" que será una "plataforma entre océanos, continentes, culturas y pueblos", cuando faltan poco menos de dos meses para el evento que encabezará el papa Francisco en Lisboa.

"Va a ser una gran fiesta de la juventud, una gran fiesta universal, abierta, ecuménica", comienza el mensaje del jefe de Estado luso, divulgado en vídeo por la organización de la JMJ a 57 días del inicio de la Jornada, que suma ya unos 600.000 fieles inscritos para las actividades previstas en la capital y en la vecina Loures y espera reunir a 1,5 millones.

Rebelo de Sousa, católico practicante, recordó que la del papa será una de las visitas más largas a un país a causa de una JMJ, ya que Francisco estará en Portugal cinco días, que aprovechará también para desplazarse al santuario de Fátima.

"El papa Francisco, el papa de la lucha por la paz, por el diálogo, por la tolerancia, por la comprensión, contra las desigualdades, contra el hambre, contra la miseria, el papa de las periferias, el papa que se hizo fuera de Europa, el primer papa no europeo y que continúa siendo lo que era: próximo a los que más sufren, de los más excluidos", defendió el mandatario luso.

El programa provisional de la Jornada Mundial de la Juventud, prevista entre el 1 y el 6 de agosto, incluye actividades en distintos escenarios de Lisboa y Lourdes y una ceremonia, el día 5, en Fátima. Esta edición de la JMJ debería haberse celebrado en 2022, pero fue atrasada con motivo de las restricciones por la pandemia del coronavirus.

Portugal acoge este evento en un momento en el que el país está centrado en los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia católica, que afectan a más de 4.800 víctimas, según un estudio divulgado en febrero por una comisión de expertos creada por la Conferencia Episcopal Portuguesa.

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