Así han sido los dos días de Ursula von der Leyen en Taizé: "En Ucrania, el mal no tendrá la última palabra"
La presidenta de la Comisión Europea ha compartido con los jóvenes dos talleres sobre la biodiversidad y el rol de Europa en estos tiempos tan complicados para el continente
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Cercana, sonriente y abierta al diálogo con los jóvenes. Estas tres palabras resumen a la perfección los dos días de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en la comunidad ecuménica de Taizé en Francia.
Los hermanos de la Comunidad, junto a la ayuda de los jóvenes, consiguieron que todo saliese a la perfección. La política alemana sorprendió a los mismos jóvenes cuando ya el viernes por la tarde quiso dar un paseo por Taizé, mirando desde lejos los talleres que se estaban haciendo en ese momento, hablando con los jóvenes y hasta cantando con unos chicos portugueses.
Ya el viernes al mediodía participó en la oración, y durante la noche se acercó a rezar a la cruz junto con el Hermano Alois, prior de la comunidad. Aunque el dispositivo de seguridad era inmenso (algo normal para una visita tan importante), se notaba que la presidenta se sentía en todo momento muy cómoda, rezando y participando activamente en la oración.
El día después, sábado 27 de agosto, fue uno de esos días que tranquilamente se pueden definir históricos para la comunidad de Taizé. Ursula von der Leyen compartió dos talleres con los jóvenes, el primero centrado en el cambio climático y la biodiversidad, y el segundo sobre el rol de Europa en un momento tan complicado y marcado por la guerra en Ucrania, pero también compartió algunas anécdotas personales sobre su fe y sobre su familia.
La presidenta confesó que “Taizé forma parte de mi vida desde hace mucho tiempo. Nunca había estado aquí antes, pero siempre lo he conocido como un lugar muy especial, y el espíritu de Taizé también lo conozco”, ya que sus hermanos y primos “volvían de otra manera” tras pasar una semana en este lugar.
Von der Leyen admitió además que cuando su hermana, con 11 años, murió de cáncer, en ese momento tan difícil para su familia el espíritu de Taizé les ofreció “luz, confianza y esperanza. Y todavía estoy muy agradecida. Ahora estoy aquí y es maravilloso. Es incluso mejor que mis expectativas”.
“Todas las personas que conocí aquí tienen algo en común, más allá de su edad o su nacionalidad o su historia personal: todos quieren aprovechar sus talentos. Todos habéis elegido dedicar vuestra vida al amor, al servicio, a la solidaridad y, sí, a Dios”, dijo la presidenta en su discurso en la Iglesia de la Reconciliación en Taizé.
Von der Leyen habló en primer lugar de “la contribución de Europa a la paz, a nuestro planeta y a la solidaridad entre generaciones”. “Una vez más, nuestra misión es y debe ser restaurar la paz y la seguridad en nuestro continente. Una paz basada en nuestros valores y en nuestros principios. Por eso hemos estado al lado de Ucrania desde el principio de la agresión del Kremlin”, remarcó.
“Por eso estamos haciendo todo lo posible para apoyar la resistencia de Ucrania. Porque, amigos míos, si Rusia deja de luchar, no habrá más guerra en Ucrania. Pero si Ucrania deja de luchar, no habrá más Ucrania. Así que defender la paz, hoy, significa apoyar al pueblo de Ucrania. Los ucranianos están luchando por su democracia, por su autodeterminación, por el respeto a la dignidad humana. Los ucranianos están luchando por su supervivencia, pero también por nuestros valores europeos”.
Hablando a los jóvenes y recordándoles los meses más complicados de la pandemia, les reconoció su “fortaleza increíble ante la adversidad. Ustedes han sido el motor de la solidaridad en Europa. Desde los primeros días de la pandemia, cuando ayudabais a los ancianos que no podían salir de casa por el confinamiento. Y ahora, cuando tantos de ustedes se ofrecen como voluntarios para acoger a los refugiados ucranianos que huyen de la guerra. En estos dos años, nos habéis enseñado mucho. Habéis sido un ejemplo”.
Tras los dos talleres, el día de la presidenta de la Comisión Europea no había terminado en Taizé. Faltaba la última oración de la noche y Ursula Von der Leyen no se quiso perder ningún detalle de la ordenación de uno de los hermanos de la comunidad.
Dos días históricos que quedan ya marcados en Taizé, dos días de confianza para un Europa que tiene que apoyar y contar en los jóvenes para su futuro.