El emocionante testimonio de un médico militar retirado que no para de ayudar a los más necesitados
Julio Rivera, voluntario de Cáritas, dedica gran parte de su tiempo a los más vulnerables de la sociedad
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Durante estos meses en el que el mundo está siendo golpeado duramente por la Covid-19, Caritas y sus voluntarios están siendo verdaderos héroes y siguen ayudando en el día a día. Uno de los voluntarios en Caritas, y del que queremos contar hoy su historia, es Julio, médico militar retirado.
Julio Rivera es voluntario de Cáritas, está casado con Pilar, tiene tres hijos y cuatro nietos. Como médico militar de la Armada y especialista en Aparato Digestivo, fue jefe de servicio de esta especialidad en un hospital durante muchos años. “Pero llega un momento en el que los médicos militares dejamos de ser médicos para ser otra cosa”, explica Julio. Un día, sus superiores le enviaron a realizar un curso de gestión de hospitales siendo, después, el director del Hospital Naval de Cartagena. Más adelante, ascendió a general y le destinaron a Zaragoza para dirigir allí otro hospital. Hace siete años regresó a Cartagena y ahora, ya retirado, dedica gran parte de su tiempo a los más vulnerables de la sociedad.
“Buenas, somos los de Cáritas, ¿necesitas algo?”
Su colaboración con Cáritas empezó en el comedor solidario sirviendo comidas y fregando. Después, comenzó a participar en el proyecto Ola de frío, que se suele desarrollar en la ciudad de Cartagena de octubre a marzo. Durante este periodo del año, salía a la calle por la noche junto a otros voluntarios para dar asistencia a las personas que se encontraban sin hogar, ofreciéndoles un café, un bocadillo o ropa. “Buenas, somos los de Cáritas, ¿necesitas algo?”, Julio recuerda formular esta pregunta con “un gozo grandísimo”, considerándola “una carta de presentación” con la que sentirse como si le “hubiera tocado la lotería”. Asegura que participar en Cáritas es uno de los trabajos “más bonitos” que ha hecho en su vida porque “dar un café a alguien que está tiritando de frío es un privilegio que no tiene casi nadie”. Actualmente realiza las funciones de dirección en el Hogar Sagrada Familia de Cartagena, un centro de baja exigencia en el que aquellos que se encuentran en situación de pobreza y exclusión social pueden cubrir sus necesidades básicas de alimentación e higiene, y donde también se les ofrece una cama para dormir.
Su trabajo en la casa de espiritualidad Coto Dorda
Su dedicación a los demás se incrementó desde el inicio del estado de alarma por la crisis sanitaria a causa del Covid-19, cuando la Iglesia – a través de Cáritas – intensificó su labor social en distintas partes de la Región de Murcia. La casa de espiritualidad Coto Dorda en Cartagena fue uno de los recursos que Mons. José Manuel Lorca Planes puso al servicio de los necesitados.
Julio se siente satisfecho como voluntario por poder ayudar “a quien lo necesita en momentos de necesidad” y considera a la institución con la que colabora especialista ante estos casos: “Cáritas es la madre de los huérfanos porque atiende a aquellos que nadie quiere atender, cuando menos se les quiere atender y donde menos se les quiere atender”. Reconoce que “no todo es un camino de rosas” porque muchas de las personas a las que se asiste suelen tener problemas de conducta o adicciones. Por eso, para Julio, esta es “una organización extraordinaria en la que se ayuda a los preferidos de Cristo, aunque tengan problemas de todo tipo, porque esas circunstancias nunca les quitan su condición de seres humanos ni, muchísimo menos, la de hijos de Dios”.
Visita a colegios y asociaciones
Por indicación de la responsable de Cáritas en Cartagena, en varias ocasiones, Julio ha visitado colegios y asociaciones para dar a conocer la institución y las diversas maneras de colaboración, explicando en qué consiste el voluntariado, lo que significa para él poder ayudar y los diferentes tipos de aportaciones que se pueden realizar para atender a los que más lo necesitan, a través de donativos o aportando tiempo, conocimientos y dedicación. Considera que prestar ayuda a los demás puede ser la solución a muchos problemas: “Son personas que te necesitan y que, por las razones que sean que a nosotros no nos incumben, están en una situación de precariedad importante. Como voluntarios tenemos el privilegio de ser la luz del rostro de Cristo y eso es una cosa importante”.