La festividad de Santa Ana y San Joaquín, patronos de los abuelos
Ambos santos fueron personas de profunda fe y confianza en Dios, encargados de educar en el camino de la fe a su hija María
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Hoy, 26 de julio, la Iglesia Católica celebra la festividad de Santa Ana y San Joaquín, patronos de los abuelos. Durante este fin de semana la Iglesia está celebrando una “Jornada por los afectados de la pandemia” y los abuelos han sido el grupo más golpeado durante estos meses en el que el mundo ha sido azotado por el Covid-19.
Pero, ¿quién son estos dos santos y por qué son los patronos de los abuelos? Una antigua tradición, que arranca del siglo II, atribuye los nombres San Joaquín y Santa Ana a los padres de la Santísima Virgen María. El culto a santa Ana se introdujo ya en la Iglesia oriental en el siglo VI, y pasó a la occidental en el siglo X; el culto a san Joaquín es más reciente.
Ambos santos, llamados patronos de los abuelos, fueron personas de profunda fe y confianza en Dios; y los encargados de educar en el camino de la fe a su hija María, alimentando en ella el amor hacia el Creador y preparándola para su misión.
Las palabras de los papas
Benedicto XVI, un día como hoy en 2009, resaltó - a través de las figuras de San Joaquín y Santa Ana -, la importancia del rol educativo de los abuelos, que en la familia “son depositarios y con frecuencia testimonio de los valores fundamentales de la vida».
En el 2013, cuando el Papa Francisco se encontraba en Río de Janeiro (Brasil) por la Jornada Mundial de la Juventud Río 2013, y coincidiendo su estadía con esta fecha, destacó que “los santos Joaquín y Ana forman parte de esa larga cadena que ha transmitido la fe y el amor de Dios, en el calor de la familia, hasta María que acogió en su seno al Hijo de Dios y lo dio al mundo, nos los ha dado a nosotros. ¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe!”.
La historia de estos dos santos
No conocemos de Joaquín y Ana con certeza más que sus nombres y el hecho de que fueron los santos padres de la Madre de Dios. San Joaquín era venerado por los griegos desde muy temprano. Es el santo patrón de numerosos pueblos en Hispanoamérica, España y las Filipinas. De San Joaquín se sabe que era natural de Nazaret y que sus padres fueron Matat y Estha. Grande es la dignidad de Santa Ana por ser la Madre de la Virgen María, predestinada desde toda la eternidad para ser Madre de Dios, la santificada desde su concepción, Virgen sin mancilla y mediadora de todas las gracias. Nieto de Santa Ana fue el hijo de Dios hecho hombre, el Mesías, el Deseado de las naciones. María es el fundamento de la gloria y poder de Santa Ana a la vez que es gloria y corona de su madre.
El protoevangelio de Santiago cuenta que los vecinos de Joaquín se burlaban de él porque no tenía hijos; entonces, el santo se retiró cuarenta días al desierto a orar y ayunar, en tanto que Ana (cuyo nombre significa Gracia) "se quejaba en dos quejas y se lamentaba en dos lamentaciones". Un ángel se le apareció y le dijo: "Ana, el Señor ha escuchado tu oración: concebirás y darás a luz. Del fruto de tu vientre se hablará en todo el mundo". A su debido tiempo nació María, quien sería la Madre de Dios.
La santidad de Santa Ana es tan grande por las muchas gracias que Dios le concedió y su nombre significa «gracia». Como las obras de Dios son perfectas, era lógico que Él la hiciese madre digna de la criatura más pura, superior en santidad a toda criatura e inferior solo a Dios. La Santísima Trinidad le concederá sus peticiones: el Padre, para quien ella gestó, cuidó y educó a su hija predilecta; el Hijo, a quien le dio madre; el Espíritu Santo, cuya esposa educó con tan gran solicitud.