Así es el artículo de la consejera andaluza contra la Semana Santa, fallo ortográfico incluido

"Desconfío de los que se erigen en nombre de dios porque siempre estarán dispuestos a traicionarte", dice Rocío Ruiz

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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"Abundan los cofrades que solo acuden para vestirse de nazarenos uno o dos al año, y todo el tiempo restante, pasan de Dios, de la Iglesia y hasta de los cultos de su propia cofradía". Así comienza el famoso artículo Las monedas de Judas de la nueva consejera andaluza de Conciliación, Igualdad y Políticas Sociales, Rocío Ruiz, que ayer martes Carlos Herrera recordó en su programa.

"Me quedo, sin más pretensiones, con la fiesta pagana que favorece el turismo y llena la caja de los bares y taberna, la música escandalosa y bullanguera, el espectáculon frívolo y algún que otro espíritu puro. Pero ya está. No me vendáis la burra de la religiosidad profunda, de los llantos sentidos que el prójimo sufre, de los que se llenan la boca con vivas y ojos vacuos. No nos engañemos. Las procesiones de Semana Santa son desfiles de vanidad y rancio populismo cultural rescatadas de la historia medieval como espectáculo tenebroso. Nada tienen que ver con lo que dicen representar", continúa Ruiz.

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La nueva titular de Igualdad y Políticas Sociales de Andalucía, que pertenece a Ciudadanos, añade a todo ello que la Semana Santa "son una exitosa puesta en escena turística y una penosa demostración que tiene la gente de la necesidad de 'pan y circo'". Además, en su argumentación comete un fallo ortográfico: "Gente que se autoinflije (sic) castigos y se destroza la columna por cargar a cuestas enormes trozos de madera (...), ofreciendo un inútil sufrimiento propio como si con ese absurdo acto se eximieran de sus pecados y se convirtieran de la noche a la mañana en mejores personas". Esa forma del verbo autoinfligir se escribe con g.

"El hombre sagrado para el hombre. Esa es mi religión", defiende la consejera, "no cuando me intentan imponer un dios público, único y verdadero, conveniente social y políticamente, con madre virgen o vírgenes según el gusto o el color de cada ocasión". Dice, además, que "no puede luchar" contra "los grandes hombres inflados de autoestima piadosa a punto de reventar, especialistas en maquillar sus sombras ocultas tras una máscara o un capirote".

Para rematar, Rocío Ruiz concluye su texto con lo siguiente: "Desconfío de los que se erigen en nombre de dios, de los que actúan por algo que 'está por encima' porque siempre estarán dispuestos a traicionarte".

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