Vuelve a vivir en TRECE la Santa Misa de la Cena del Señor retransmitida desde la Catedral de Córdoba

El obispo, Mons. Demetrio Fernández, ha presidido la Celebración Eucarística en este Jueves Santo, día en que la Iglesia celebra el Amor Fraterno

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Revive en TRECE la Santa Misa de la Cena del Señor desde Córdoba, oficiada por Mons. Demetrio Fernández. Durante este Jueves Santo, día en el que la Iglesia celebra el Amor Fraterno, se conmemora la institución de la institución de la Eucaristía por el Señor en el marco de la Ultima Cena, la Cena pascual, la institución del sacerdocio y el mandato del amor fraterno.

Esta Misa vespertina del Jueves Santo “en la Cena del Señor” es el oficio de Vísperas que nos permite entrar en el inicio del Triduo pascual, el gran prólogo a todo el Misterio pascual que viviremos el Viernes y Sábado Santos y el Domingo de Pascua.

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La liturgia del Jueves Santo

En cuanto a la liturgia del Jueves Santo, realmente entrañable, al comienzo de la Misa el sagrario debe estar completamente vacío. Este día se consagra el pan suficiente para la comunión del Jueves y Viernes Santos. Lo que la iglesia pretende con el signo del sagrario vacío y de la comunión con el pan consagrado durante este día es comunicar lo que Jesús en realidad instituyó en la Última Cena cuando partió el pan y lo dio a sus discípulos diciendo: “tomad y comed todos de él porque esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros”

Al llegar el Gloria suenan las campanas, que ya no volverán a sonar hasta el Gloria de la Vigilia pascual.

Tras la homilía se procedería al rito más llamativo que también este año, a causa de la pandemia de la covid-19 no se podrá celebrar: el lavatorio de los pies. El obispo se acercaría a los designados y ayudado por sus ministros procedería, ritualmente, a lavarles los pies.

El lavatorio de los pies significa el servicio y el amor de Jesús que ha venido no a ser servido sino a servir. Este gesto debe ser simbólico y profético, a la vez que explica el deseo de una Iglesia que a ejemplo de Jesús se hace servidora de la humanidad especialmente de los más pobres y oprimidos. En esta Misa no se dice el Credo, siguiendo una antigua tradición.

Los ritos finales de despedida se omiten, sustituyéndolos por la procesión de traslado del Santísimo hasta el monumento eucarístico. Al llegar al lugar de la reserva el obispo inciensa al Santísimo de rodillas, cerrando posteriormente el sagrario. Tras un breve tiempo de adoración en silencio y tras hacer genuflexión los ministros se dirigen a la sacristía, omitiéndose la despedida.

En ese momento se despoja al altar de los manteles y se queda vacío, quitándose o velándose si es posible las cruces. Este gesto, de quitar el mantel que cubre el altar, hasta la Vigilia Pascual , es un signo que mantiene una antiquísima tradición que tenía previsto este gesto final en cada celebración y que luego se conservó únicamente en el Triduo Pascual.

También se prohíbe encender velas ante las imágenes de la Virgen María y de los santos. Esta prohibición por parte de la Iglesia se inicia el Jueves santo, hasta la Vigilia Pascual. La Iglesia recomienda que los fieles dediquemos algún tiempo a rezar y a adorar al Santísimo.