Estos son los datos más importantes sobre el Sínodo de la Sinodalidad

Comenzó en octubre de 2021 con la convocatoria de reuniones en parroquias y diócesis, y concluirá en octubre de 2024 para que se disponga de más tiempo de discernimiento

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Eva Fernández Huéscar

Roma - Publicado el - Actualizado

7 min lectura

Este 4 de octubre, memoria litúrgica de San Francisco de Asís, se inicia la Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos con la Misa de apertura en la Plaza de San Pedro. Contará con la presencia de los nuevos cardenales creados en el consistorio del sábado 30 de septiembre, junto a los miembros del colegio cardenalicio presentes en Roma y todos los participantes en esta asamblea, la decimosexta de carácter ordinario que se organiza en el Vaticano desde que fuera creado por Pablo VI en 1965, siguiendo la propuesta del concilio Vaticano II de dar continuidad a la asamblea mediante reuniones periódicas de los obispos en representación del mundo entero.

El título completo del Sínodo en el que nos encontramos es: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión” y en realidad comenzó en octubre de 2021 con la convocatoria de reuniones de católicos en parroquias y diócesis, y concluirá en octubre de 2024 para que se disponga de más tiempo de discernimiento. El fundamento de este Sínodo es precisamente iniciar un tiempo de escucha y discernimiento, que el palabras de Francisco, “favorezca la comprensión de la sinodalidad como dimensión constitutiva de la Iglesia, y ayude a todos a vivirla como hermanos y hermanas que dan testimonio de la alegría del Evangelio”. La clave prioritaria es que conduzca a una reflexión real dentro de la Iglesia, de forma que el documento final que firmará el Papa en 2024 afronte las inquietudes expresadas por todo el “pueblo de Dios” consultado.

Instrumentum laboris

En el documento de trabajo, punto de partida para la reflexión de los participantes en la asamblea, que no es un documento de magisterio, figuran una serie de preguntas sobre los desafíos de la Iglesia católica actual en el que se evita dar afirmaciones o tomas de posturas y refleja los resultados de más de dos años de consultas en todos los continentes. Entre muchos otros temas, además de los que aparecen más señalados en los medios como la ordenación de mujeres o el tratamiento de la iglesia a las personas Lgtbi, propone preguntarse cómo impulsar la especial participación de los laicos en la evangelización en los diversos ámbitos de la vida social, cultural, económica y política o por ejemplo si la Iglesia consigue dar testimonio de la posibilidad de concordia más allá de las polarizaciones políticas.

Sinodalidad

Desde que escuchamos por primera vez esta palabra, son muchos los que buscan encontrar una definición exacta, que no siempre resulta fácil, porque en el fondo nos habla de una nueva cultura en la Iglesia, un nuevo modo de hacer, el estilo de la Iglesia para el siglo XXI

La palabra sinodalidad no ha sido invención de Francisco, aunque forma parte de su vocabulario. Se la hemos escuchado en numerosas ocasiones, en realidad recupera la tradición de las primeras comunidades cristianas, unidas en comunión por el Espíritu, que posteriormente impulsó el Concilio Vaticano II que definió la Iglesia como el “Pueblo de Dios” formado por todos los bautizados. Esto implica que en la Iglesia todos cumplimos una misión, todos tenemos el derecho a hablar y escucharnos para discernir cuál es la mejor forma de cuidar y proteger la la Iglesia.

El Sínodo de la Sinodalidad supone un impulso hacia una Iglesia más fraternal y misionera en la que como en toda comunidad existen formas distintas de pensar, pero que con la escucha recíproca en el afán de comprender y aprender unos de otros, se puede llegar a implicar a toda la Iglesia en la reflexión sobre sus prioridades para facilitar la meta de la Evangelización.

¿Qué entendemos por un Sínodo de Obispos?

Los Sínodos ayudan al Papa en el gobierno de la Iglesia y en el fondo es lo más parecido a un “miniconcilio”, un foro de encuentro y de reflexión, que suele concluir con la votación de un documento final de sugerencias al Papa. No son asambleas decisorias, pero el contenido ayuda al pontífice a estudiar a fondo el tema abordado que, además, suele convertirse en documentos de magisterio, como ocurrió, por ejemplo, con Evangelii Nuntiandi (1975) de Pablo VI, la Christifideles laici (1988) de Juan Pablo II, o la Evangelii gaudium (2013) de Francisco.

En los anteriores sínodos ordinarios se abordaron asuntos de interés para toda la Iglesia universal como la fe, el sacerdocio, la evangelización, la tarea de los obispos, la eucaristía, la familia o los jóvenes. La palabra “sínodo” significa caminar juntos, y se ajusta perfectamente al Sínodo sobre la Sinodalidad entendida como actividad del Pueblo de Dios. La mayoría de sus participantes son elegidos por las conferencias episcopales del respectivo país, y al resto los nombra el Papa, pero es interesante destacar que en el Sínodo también participan obispos y pastores de otras confesiones cristianas, de expertos en cada tema, incluidas personas de otras religiones, que aportan sus puntos de vista en las reuniones de los grupos de trabajo lingüísticos.

La Secretaría del Sínodo de Obispos está formada en estos momentos por el cardenal Mario Grech y los subsecretarios Luis Marín de San Martín, religioso agustino español y la Hermana Nathalie Becquart, miembro de la Congregación de Xavières. Junto a ellos, un pequeño ejército de colaboradores que toman notas, sintetizan intervenciones y transforman los debates en un borrador de documento final.

¿Quiénes participan en este Sínodo sobre la Sinodalidad?

El total de participantes del Sínodo se sitúa finalmente en 464 entre miembros, aunque el número de miembros con derecho a voto es menor, exactamente 365. Entre el número total de participantes 81 son mujeres. Es decir, el 17, 46% de los asistentes. Y de ellas tienen derecho a voto 54.

Una de las alegrías de este Sínodo es que participan dos obispos chinos. Durante un encuentro con periodistas Luis Marín de San Martín, subsecretario de la Secretaría General del Sínodo, explicó que “la Iglesia local, de acuerdo con las autoridades, presentó dos nombres y el Santo Padre los incluyó entre los miembros de su nombramiento”. Se trata de Giuseppe Yang Yongqiang, obispo de Zhoucun, y Antonio Yao Shun, obispo de Jining, uno de los primeros obispos ordenados en 2019 tras el histórico acuerdo entre la Santa Sede y China sobre el nombramiento de obispos. Recordemos que en el Sínodo de los Jóvenes en 2018 pudieron asistir otros dos prelados del país, cuya presencia conmovió al Papa Francisco al señalarlo durante la homilía de la Misa inaugural.

Los españoles del Sínodo

España cuenta con 21 participantes en la primera sesión de la Asamblea General del Sínodo de la Sinodalidad, una representación muy significativa y notoria.

Aunque estaba convocado, finalmente el cardenal Luis F. Ladaria, solicitó no participar. La Santa Sede salió al paso de informaciones equivocadas asegurando que “La verdad de los hechos es que habiendo cumplido su mandato como Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el cardenal Ladaria, cercano a los 80 años, pidió no participar en el Sínodo exclusivamente por el cansancio acumulado, su edad y su deseo de un poco de descanso”.

En total son 17 hombres y cuatro mujeres. De ellas, la única mujer laica con derecho a voto es la teóloga Cristina Inogés, designada por designación papal. La religiosa Xiskya Valladares es de origen nicaragüense, pero tiene también nacionalidad española, por lo que es la única religiosa española con derecho a voto.

Junto a ellas, como invitada especial, participará la coordinadora del Foro Internacional de Acción Católica Eva Fernández Mateo. La cuarta mujer en participar es María Luisa Berzosa, religiosa Hija de Jesús, que tomará parte en la Asamblea en calidad de experta y facilitadora. Su misión es precisamente servir de hilo conductor para facilitar el diálogo entre los participantes, pero no tendrá derecho a voto.

Entre los 17 hombres que participan, quince tienen derecho a voto y tan solo hay un laico. Se trata de Enrique Alarcón García, presidente de la Frater (Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad).

Por designación papal también llegarán a la Asamblea el jesuita Elías Royón, el vicario para la Vida Consagrada en la Archidiócesis de Madrid, Luis Miguel Castillo Gualda, rector de la basílica del Sagrado Corazón de Jesús, el arzobispo secretario del Dicasterio para los Textos Legislativos Juan Ignacio Arrieta y con el sacerdote secretario del Equipo Sinodal de la Conferencia Episcopal Española, Luis Manuel Romero. A propuesta de la Conferencia Episcopal Española acudirán los arzobispos Luis Argüello, Vicente Jiménez, y Francisco Simón Conesa.

Hay también tres españoles que representan a otros territorios eclesiásticos: el cardenal de Rabat, Cristóbal López; el arzobispo de Tegucigalpa, José Vicente Nácher y el prefecto de Battabang, Kike Figaredo.

Como miembros de la Curia de Roma tienen voz y voto el subsecretario de la Secretaría del Sínodo, Luis Marín, además del cardenal de Barcelona, Juan José Omella, que forma parte del Consejo Ordinario del Sínodo. A ellos se une el cardenal Miguel Ángel Ayuso Guixot, prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso.

Como expertos y facilitadores participan también Eloy Bueno de la Fuente, catedrático de la Facultad de Teología de Burgos, y José San José Prisco, catedrático de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Salamanca.

Participantes con derecho a voto

Sin derecho a voto