El 12 de febrero conoceremos el documento del Papa sobre el Sínodo de Amazonia

El documento sobre el Sínodo de la Amazonía de octubre de 2019 está escrito en español y su título es “Querida Amazonia”

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Eva Fernández Huéscar

Roma - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

El documento sobre el Sínodo para la Amazonía que se celebró en octubre de 2019, es uno de los documentos más esperados del pontificado de Francisco por la ingente polémica originada en torno a la posible apertura de la Iglesia a la ordenación de varones casados en determinadas situaciones, en concreto para paliar las dificultades que entraña la atención pastoral a las comunidades dispersas de la Amazonía.

Es éste un aspecto que figuraba en el documento de trabajo del Sínodo sobre la Amazonia celebrado el pasado mes de octubre y que quedó reflejado en el punto 111 del documento final. Los padres sinodales propusieron al Papa la ordenación sacerdotal de hombres casados, indígenas, que hayan sido diáconos permanentes, así como ampliar los ministerios laicales, abriendo alguno más a mujeres.

El fundamento de esta petición radicaba en que muchas comunidades reciben la visita de sacerdotes solo una vez cada varios años, por lo que insistían en rezar “para que haya muchas vocaciones que vivan el sacerdocio célibe”.

Aunque haya sido el tema más destacado del Sínodo por la prensa internacional, no era ni mucho menos el principal de la asamblea. De hecho, incluso el propio Papa Francisco ni siquiera mencionó este tema en su discurso final, en el que siempre se aprovecha para subrayar los aspectos más importantes abordados durante las distintas sesiones.

Saldremos por fin de dudas el próximo miércoles 12 de febrero. El título del documento es toda una declaración de intenciones: “Querida Amazonia”, y sin duda ayudará a la Iglesia a mejorar la evangelización, atención pastoral y protección de los indígenas y a defender la amazonia de la degradación que está sufriendo.

La exhortación apostólica, escrita en español será presentada a la prensa por el secretario general del Sínodo de Obispos, cardenal Lorenzo Baldisseri, el profesor brasileño Carlos Nobre, experto en medio ambiente, el teólogo y profesor de Espiritualidad en la Pontificia Universidad Gregoriana, el brasileño Adelson Araújo dos Santos y la vicaria general de las Siervas de Maria Riparatrici, Augusta de Oliveira

Conviene recordar que el texto que sirvió de guía a los obispos que participaron en esta asamblea dejaba muy claro que el celibato es un don para la Iglesia, por lo que en ningún caso se trataba de abrir las puertas a la ordenación de personas casadas, sino de buscar una solución pastoral concreta a esta región del mundo en la que resulta necesario sostener la vida cristiana y muchos bautizados pasan largas temporadas sin poder recibir los Sacramentos.

Hace poco más de un año, el pasado mes de enero, durante la rueda de prensa en el avión de regreso de la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá, ante la pregunta sobre si estaba previsto revisar el celibato sacerdotal, el Papa Francisco respondió con fuerza y claridad: “Prefiero dar la vida antes que cambiar la ley del celibato”. Francisco respondía con esta contundencia, citando unas palabras de su predecesor Pablo VI, a las que añadió lo siguiente: “Personalmente, creo que el celibato es un don para la Iglesia y no estoy de acuerdo con permitir el celibato opcional”.

En realidad, se trata de una figura que ya existía en los primeros años de la Iglesia, cuando respondiendo a necesidades muy particulares se escogía a los llamados “Viri Probati”, hombres ancianos de fe probada que atenderían pequeñas comunidades católicas en zonas a las que no puede acudir regularmente un sacerdote. Esta figura se recuperó en algún caso aislado durante la persecución comunista en la Europa del este.

En la entrevista que el Director de Contenidos de la CADENA COPE, José Luis Restán realizó al cardenal canadiense Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos, con motivo de la publicación de su libro “Sacerdotes, amigos del Esposo. Para una visión renovada del celibato” (Ediciones Encuentro), aseguraba que la ansiada y urgente renovación sacerdotal requiere un relanzamiento del celibato, una recuperación de su verdadero significado. Respecto al Sínodo insistía en que su objetivo prioritario es la evangelización, que naturalmente debe tener en cuenta su contexto y acercarse con respeto a aquellas culturas, pero sin olvidar que se trata de proponer la identidad cristiana.

En su libro subrayaba que el Sínodo debe integrar la singularidad de la Amazonía en una búsqueda antropológica adecuada, ya iniciada por san Juan Pablo II, que responda a la cultura de la muerte que domina en los ámbitos ético, cultural, medioambiental y geopolítico. Todo eso, entiende, requiere discípulos misioneros en cuyos corazones arda el fuego del Espíritu, y entre ellos no podrán faltar aquellos consagrados en una vida célibe.