Unidad, fraternidad, anuncio, encuentro... los 7 mensajes clave del Papa Francisco en esta Semana Santa

El Papa Francisco preside la mayoría de celebraciones de la Semana Santa a pesar de su reciente ingreso hospitalario y nos deja algunas de las claves para vivir este Tiempo Pascual

Unidad, fraternidad, anuncio, encuentro... los 7 mensajes clave del Papa Francisco en esta Semana Santa

Redacción Religión

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La normalidad ha reinado en la Semana Santa romana. El Papa ha podido presidir la gran mayoría de las celebraciones, a pesar de su reciente ingreso hospitalario. Tras recibir el alta el Sábado de Dolores, Francisco ha participado en todas las liturgias excepto en el Vía Crucis que tradicionalmente se celebra el Viernes Santo en el Coliseo Romano, debido al frío. En ECCLESIA hemos recogido las siete claves de los mensajes que nos ha dejado el Papa esta Semana Santa.

"Nadie puede ser marginado"

Después de cuatro días de hospitalización y tras volver el día anterior al Vaticano, el Papa quiso estar presente en la primera celebración de esta Semana Santa. Francisco presidió la Misa del Domingo de Ramos ante una Plaza de San Pedro abarrotada y, después de la lectura de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Mateo, pronunció la homilía con la voz aún débil.

El Papa empezó su homilía recordando la única invocación pronunciada en la Cruz por Jesús en el Evangelio: “'Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?' son las palabras que nos llevan al corazón de la Pasión de Cristo, al punto culminante de los sufrimientos que padeció para salvarnos”.

"Jesús abandonado nos pide que tengamos ojos y corazón para los abandonados. Para nosotros nadie puede ser marginado", dijo el Papa ante una plaza abarrotada con 60.000 fieles, según estimó la Santa Sede. En este sentido, Francisco recordó a un mendigo muerto en la columnata del Vaticano "solo y abandonado" como una encarnación actual de Cristo. "Muchos necesitan nuestra cercanía, muchos abandonados, también yo necesito que Jesús me acaricie, que esté cerca de mi, y por eso voy a buscarlo en los abandonados y en los solitarios", explicó.

No romper la armonía del Espíritu con "las divisiones que fomentan los partidos"

Durante la celebración de la Misa Crismal, en el inicio del Triduo Pascual, el Papa Francisco reclamó a los sacerdotes no ensuciar “la unción del Espíritu y el manto de la Madre Iglesia con la desunión, con las polarizaciones, con cualquier falta de caridad y de comunión” propia de nuestro tiempo. Así de contundente estuvo Francisco ante una celebración en la que acostumbra a participar todo el presbiterio de la diócesis de Roma.

Francisco recordó que el Espíritu Santo es “armonía”, por lo que crearla entre nosotros es el método más adecuado “para que la coordinación eclesial funcione mejor”, además de tratarse de “una exigencia interna de la vida en el Espíritu”.

En ese sentido, advirtió que “se peca contra el Espíritu, que es comunión, cuando nos convertimos, aunque sea por ligereza, en instrumentos de división; y le hacemos el juego al enemigo, que no sale a la luz y ama los rumores y las insinuaciones, que fomenta los partidos y las cordadas, alimenta la nostalgia del pasado, la desconfianza, el pesimismo, el miedo”.

El Papa también pidió a los sacerdotes que sean amables: "Si la gente encuentra incluso en nosotros personas insatisfechas y descontentas, que critican y señalan con el dedo, ¿dónde descubrirán la armonía?", se preguntaba. "¡Cuánta gente no se acerca o se aleja porque en la Iglesia no se siente acogida y amada, sino mirada con recelo y juzgada! En nombre de Dios, ¡acojamos y perdonemos siempre!", pidió Francisco.

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"Jesús quiere tomarnos de la mano para que la vida no sea tan dura para nosotros"

El Jueves Santo, el Papa Francisco lavó los pies de doce jóvenes de diferentes etnias y nacionalidades del centro de menores de 'Casa del Marmo', lugar en el que estuvo también en 2013, durante su primera Semana Santa como Pontífice. Ante los problemas de rodilla que sufre el Santo Padre desde hace meses, se preparó una tarima para que los jóvenes estuvieran a una altura considerable y, así, evitar que el Papa tuviera que arrodillarse para realizar el rito.

Antes de realizar este rito litúrgico, el Papa pedía a cada uno de estos jóvenes que sintieran que “Jesucristo les estaba lavando los pies, porque Jesús me ha salvado, nunca nos abandona”, señaló. Francisco también explicó a los jóvenes que el gesto de Jesús de lavar los pies a los Apóstoles en la Última Cena no fue entendida por ellos, ya que se trataba de una acción que realizaban los esclavos: “Los esclavos eran los que lavaban los pies porque era un trabajo de esclavos. Imaginemos cómo quedaron los discípulos cuando Jesús lo hacía. Les costaba entenderlo. Luego sería muerto como un esclavo para pagar la deuda de todos nosotros”.

El Papa también afirmó que, si todos realizáramos este gesto en nuestra vida, “nos ayudaríamos unos a otros. Es tan lindo ayudarse unos a otros, darnos la mano... Jesús en esta celebración quiere enseñarnos la nobleza del corazón. Solo quiere acompañarnos, quiere tomarnos de la mano para que la vida no sea tan dura para nosotros”. También lamentó los casos de personas que “se aprovechan de los demás, tanta gente que no logra salir de dentro, cuántas injusticias, cuanta personas sin trabajo, o trabajan pero le pagan la mitad, o gente que no tiene dinero y no puede comprar medicinas... tantos motivos”.

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No pensemos que "la alegría del encuentro con Jesús pertenece al pasado"

Durante la homilía de la Vigilia Pascual, que el Papa presidió en la Basílica de San Pedro, recordó la visita de las mujeres al sepulcro: "La noche está llegando a su fin y despuntan las primeras luces del amanecer, cuando las mujeres se ponen en camino hacia la tumba de Jesús. Avanzan con incertidumbre, desorientadas, con el corazón desgarrado de dolor por esa muerte que les había quitado al Amado. Pero, llegando hasta ese lugar y viendo la tumba vacía, invierten la ruta, cambian de camino; abandonan el sepulcro y corren a anunciar a los discípulos un nuevo rumbo: Jesús ha resucitado y los espera en Galilea. En la vida de estas mujeres se produjo la Pascua, que significa paso".

"Ellas, en efecto, pasan del triste camino hacia el sepulcro a la alegre carrera hacia los discípulos, para decirles no sólo que el Señor había resucitado, sino que hay una meta a la que deben dirigirse sin demora, Galilea. La cita con el Resucitado es allí, allí conduce la Resurrección. El nuevo nacimiento de los discípulos, la resurrección de sus corazones pasa por Galilea", explicó Francisco.

Por eso, el Papa invitó a que todos "entremos también nosotros en este camino de los discípulos que va del sepulcro a Galilea". A veces también nosotros pensamos "que la alegría del encuentro con Jesús pertenece al pasado, mientras que en el presente vemos sobre todo tumbas selladas: las de nuestras desilusiones, nuestras amarguras y nuestra desconfianza; las del 'no hay nada más que hacer', 'las cosas no cambiarán nunca', 'mejor vivir al día' porque 'no hay certeza del mañana'.

La Pascua nos "impulsa a ir hacia adelante y a mirar el futuro con confianza"

También en la Vigilia Pascual, Francisco recordó que las mujeres en Pascua no se quedaron paralizadas frente a una tumba, sino que "atemorizadas, pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y corrieron a dar la noticia a los discípulos". Por una parte, este gesto significaba salir del encierro del cenáculo para ir a la región habitada por las gentes, salir de lo escondido para abrirse a la misión, escapar del miedo para caminar hacia el futuro.

Por otra parte, significa volver a los orígenes, porque precisamente en Galilea había comenzado todo: "Ir a Galilea significa volver a la gracia originaria; significa recuperar la memoria que regenera la esperanza, la “memoria del futuro” con la que hemos sido marcados por el Resucitado". Esto es lo que realiza la Pascua del Señor: nos impulsa a ir hacia adelante, a superar el sentimiento de derrota, a quitar la piedra de los sepulcros en los que a menudo encerramos la esperanza, a mirar el futuro con confianza, porque Cristo resucitó y cambió el rumbo de la historia.

Pero, para hacer esto, la Pascua del Señor nos lleva a nuestro pasado de gracia, nos hace volver a Galilea, allí donde comenzó nuestra historia de amor con Jesús. "Es decir, nos pide que revivamos ese momento, esa situación, esa experiencia en la que encontramos al Señor, sentimos su amor y recibimos una mirada nueva y luminosa sobre nosotros mismos, sobre la realidad, sobre el misterio de la vida", explicaba el Papa.

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"Apresurémonos a abrir nuestro corazón a quien más lo necesita"

En la bendición Urbi et Orbi del Domingo de Resurrección, el Papa Francisco recordó que "hoy proclamamos que Él, el Señor de nuestra vida, es 'la resurrección y la vida' del mundo. Es Pascua, que significa 'paso', porque en Jesús se realizó el paso decisivo de la humanidad: de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, del miedo a la confianza, de la desolación a la comunión".

El Papa se quiso dirigir en particular a los enfermos y los pobres, los ancianos "y los que están atravesando momentos de prueba y dificultad". No estamos solos, insistió: "Jesús, el Viviente, está con nosotros para siempre. Que la Iglesia y el mundo se alegren, porque hoy nuestra esperanza ya no se estrella contra el muro de la muerte; el Señor nos ha abierto un puente hacia la vida". En Pascua el destino del mundo cambió; "y hoy, que coincide además con la fecha más probable de la resurrección de Cristo, podemos alegrarnos de celebrar, por pura gracia, el día más importante y hermoso de la historia".

Francisco explicó cómo a partir de la Pascua, el camino de la humanidad, marcado por la esperanza, avanza veloz. "Nos lo muestran con su ejemplo los primeros testigos de la Resurrección". También recordaba que los Evangelios describen la prisa con la que el día de Pascua 'las mujeres corrieron a dar la noticia a los discípulos'. Y, después que María Magdalena 'corrió al encuentro de Simón Pedro', Juan y el mismo Pedro “corrieron los dos juntos” para llegar al lugar donde Jesús había sido sepultado.

"En Pascua el andar se acelera y se vuelve una carrera, porque la humanidad ve la meta de su camino, el sentido de su destino, Jesucristo, y está llamada a ir de prisa hacia Él, esperanza del mundo. Apresurémonos también nosotros a crecer en un camino de confianza recíproca: confianza entre las personas, entre los pueblos y las naciones", explica el Papa. "Dejémonos sorprender por el gozoso anuncio de la Pascua, por la luz que ilumina las tinieblas y las oscuridades que se ciernen tantas veces sobre el mundo. Apresurémonos a superar los conflictos y las divisiones, y a abrir nuestros corazones a quien más lo necesita. Apresurémonos a recorrer senderos de paz y de fraternidad. Alegrémonos por los signos concretos de esperanza que nos llegan de tantos países, empezando de aquellos que ofrecen asistencia y acogida a quienes huyen de la guerra y de la pobreza", afirma.

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"¿Cuándo fue la última vez que di testimonio de Jesús?"

En una soleada Plaza San Pedro y ante miles de fieles de todo el mundo, el Papa Francisco presidió este Lunes de Pascua el rezo del Regina Coeli, la oración que sustituye al Angelus durante el Tiempo Pascual. “Hoy el Evangelio nos hace revivir el encuentro de las mujeres con Jesús resucitado en la mañana de Pascua. Nos recuerda que fueron ellas, las discípulas, las primeras en verlo y encontrarlo”. “No se desaniman, salen de sus miedos y de sus angustias. Este es el camino para encontrar al Resucitado”, remarcó Francisco.

“Las mujeres llegan, ven el sepulcro vacío y corren a dar el anuncio a sus discípulos. Ahora bien, justo cuando van a hacer este anuncio, Jesús sale a su encuentro. Fijémonos bien en esto: Jesús sale a su encuentro cuando van a anunciarlo. Esto es hermoso: cuando anunciamos al Señor, el Señor viene a nosotros”, explicó el Papa.

Lo que nos enseñan las mujeres en este Lunes de Pascua es que “a Jesús se le encuentra dando testimonio de Él”. Francisco ha subrayado cómo "cada vez que lo proclamamos, no con propaganda o proselitismo, sino con respeto y amor, como el don más hermoso para compartir, como el secreto de la alegría, entonces Jesús habita aún más en nosotros”.

Además, al concluir el rezo de la oración a la Virgen, Francisco nos dejó algunas preguntas: “¿Cuándo fue la última vez que di testimonio de Jesús? ¿Qué hago hoy para que las personas con que me encuentro reciban la alegría de su anuncio? Y aún más: ¿puede alguien decir, pensando en mí, “esta persona es serena, es feliz, es buena porque ha encontrado a Jesús”? Pidamos a la Virgen que nos ayude a ser alegres anunciadores del Evangelio”.