El Papa Francisco, en la Misa en Ulán Bator: "Todos somos peregrinos en búsqueda de la felicidad"

El Santo Padre ha pronunciado la homilía en el 'Steppe Arena': "En el desierto de la vida, el Señor no nos hace faltar el agua de su Palabra"

Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

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El 'Steppe Arena' de Ulán Bator se ha llenado de fieles este domingo para asistir a la Santa Misa que preside el Papa Francisco en el marco de su 43º Viaje Apostólico en Mongolia.

Al principio de la homilía, el Santo Padre ha recordado las palabras del Salmo 63 que se acababa de rezar: “Oh Dios […] mi alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua”. Es precisamente en esta tierra “donde llega hasta nosotros la buena noticia”.

“En nuestro camino no estamos solos; nuestras sequedades no tienen el poder de hacer estéril para siempre nuestra vida; el grito de nuestra sed no permanece sin respuesta”, ha subrayado Francisco al principio de su homilía. El Papa se ha detenido en dos aspectos, “la sed que nos habita y el amor que apaga la sed”.

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Las palabras del salmista resuenan particularmente en una tierra como Mongolia: un país inmenso, rico de historia y de cultura, “pero marcado también por la aridez de la estepa y del desierto”. Francisco ha recordado que todos somos “nómadas de Dios, peregrinos en búsqueda de la felicidad, caminantes sedientos de amor”.

Por eso, el desierto que evoca el salmista es nuestra vida: “Somos nosotros esa tierra árida que tiene sed de un agua límpida, un agua que apaga la sed profundamente. Es nuestro corazón el que desea descubrir el secreto de la verdadera alegría, la que incluso en medio de las sequedades existenciales, puede acompañarnos y sostenernos”.

“Sólo el amor apaga verdaderamente nuestra sed, nos hace estar bien, nos abre a la confianza haciéndonos saborear la belleza de la vida […] en esta sed está nuestro gran misterio; esta sed nos abre al Dios vivo, al Dios amor que viene a nuestro encuentro para hacernos hijos suyos y hermanos y hermanas entre nosotros”, ha afirmado Francisco durante la homilía pronunciada en el 'Steppe Arena' de Ulán Bator.

Reflexionando sobre el segundo aspecto, “el amor que apaga la sed”, Francisco ha sido claro afirmando que es “el contenido de la fe cristiana”: “Es verdad, a veces nos sentimos como una tierra sedienta, reseca y sin agua, pero también es verdad que Dios se hace cargo de nosotros y nos ofrece el agua límpida que apaga la sed, el agua viva del Espíritu que, brotando en nosotros, nos renueva y nos libra del peligro de la sequedad”.

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“En el desierto de la vida, en el trabajo de ser una comunidad pequeña, el Señor no nos hace faltar el agua de su Palabra, especialmente a través de los predicadores y los misioneros que, ungidos por el Espíritu Santo, siembran su belleza. Y la Palabra siempre nos lleva a lo esencial de la fe: dejarnos amar por Dios para hacer de nuestra vida una ofrenda de amor. Porque sólo el amor apaga verdaderamente nuestra sed”, ha dicho Francisco.

Acabando la homilía, el Obispo de Roma ha subrayado que el mejor camino de todos es “abrazar la cruz de Cristo”: “En el corazón del cristianismo se encuentra esta noticia desconcertante y extraordinaria: cuando pierdes tu vida, cuando la ofreces generosamente, cuando la arriesgas comprometiéndola en el amor, cuando haces de ella un don gratuito para los demás, entonces vuelve a ti abundantemente, derrama dentro de ti una alegría que no pasa, una paz en el corazón, una fuerza interior que te sostiene”.

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