El Papa pide a los fieles huir de la fe basada "en costumbres" por otra que "difunda la alegría del Evangelio"
Francisco ha presidido el encuentro de oración en el santuario mariano de 'Ta Pinu' en la isla de Gozo, donde demanda una fe que se renueve en el encuentro personal con Cristo"
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Doce años después un Papa ha vuelto a pisar el santuario mariano de “Ta Pinu”, situado en la isla de Gozo, y que la población maltesa conoce popularmente como 'La Iglesia de los Milagros'. Lo ha hecho Francisco este sábado, que ha presidido el encuentro de oración en el marco de su Viaje Apostólico al corazón del Mediterráneo.
Algunas escenas protagonizadas por Bergoglio retrotraían a muchos a la visita que realizó al santuario su antecesor, Benedicto XVI, el 18 de abril de 2010, por ejemplo el momento en el que ha depositado una rosa de oro a los pies de la Virgen.
Asimismo, Francisco también ha querido recordar que Juan Pablo II (del que este sábado se cumplen 17 años de su muerte) también ofició una Misa en el santuario en mayo de 1990.
Antes de ser conocido como Ta’ Pinu, la primera construcción fue una pequeña capilla llamada Tal– Gentile, sobre la que existen documentos entorno al 1545 en los que se indica que sufrió una reconstrucción. En 1575, el visitador apostólico Pietro Durina, enviado por el papa Gregorio XIII, la encontró en tan mal estado que ordenó su demolición, pero cuenta la historia que un obrero tuvo un accidente al intentar derribarla, lo que se consideró una advertencia de que debía mantenerse tal como estaba.
Un acontecimiento a la que ha hecho referencia el Papa Francisco durante su homilía en este encuentro de oración: “Antes del espléndido edificio que vemos hoy, había sólo una pequeña capilla en estado de abandono. Se había dispuesto que fuera demolida; parecía el final. Pero una serie de acontecimientos cambiaron el curso de la historia, como si el Señor quisiera decir a este pueblo: “Ya no te llamarán 'Abandonada”, ni a tu tierra, 'Devastada'; a ti te llamarán “Mi delicia está en ella”, y a tu tierra, 'Desposada'. Esa capillita se convirtió en el Santuario nacional, meta de peregrinos y fuente de vida nueva. Un lugar que parecía perdido, ahora renueva, en el Pueblo de Dios, la fe y la esperanza”, ha comentado.
"El elegante guardarropa de los hábitos religiosos no siempre corresponde a una fe entusiasta"
El Santo Padre ha vinculado este renacer que experimentó el santuario con la viveza de la Iglesia de Malta gracias a su riqueza espiritual y pastoral. No obstante, el Papa advierte que no solo se debe recordar la historia pasada de una Iglesia, sino que representa “un gran futuro que hay que construir”.
Por ello, el obispo de Roma ha criticado la fe basada “en costumbres transmitidas, de celebraciones solemnes, de hermosas reuniones populares y de momentos fuertes y emocionantes”, por lo que ha abogado por “una fe que se funda y se renueva en el encuentro personal con Cristo, en la escucha cotidiana de su Palabra, en la participación activa en la vida de la Iglesia, en el espíritu de la piedad popular”.
Al hilo de esto, alerta que no debemos “endulzar” la crisis de fe y la apatía creciente surgida en el periodo de pospandemia, que afecta especialmente a los jóvenes: “A veces el andamiaje puede ser religioso, pero detrás de ese revestimiento la fe envejece. De hecho, el elegante guardarropa de los hábitos religiosos no siempre corresponde a una fe entusiasta animada por el dinamismo de la evangelización. Es necesario vigilar para que las prácticas religiosas no se reduzcan a la repetición de un repertorio del pasado, sino que expresen una fe viva, abierta, que difunda la alegría del Evangelio”.
“Acoger y ser expertos en humanidad”
En su homilía en el santuario “Ta Pinu”, Francisco ha hecho referencia al lugar estratégico en el que geográficamente se encuentra Malta, en el corazón del Mediterráneo y destino de miles de inmigrantes que buscan la esperanza en un mundo desarrollado.
En este sentido, el Pontífice alerta que los cristianos no deben acogerse “a la sombra de nuestras hermosas iglesias, mientras fuera tantos hermanos y hermanas sufren y son crucificados por el dolor, la miseria, la pobreza y la violencia. Ustedes se encuentran en una posición geográfica crucial, frente al Mediterráneo como polo de atracción y puerto de salvación para tantas personas sacudidas por las tormentas de la vida que, por diversos motivos, llegan a vuestras costas. En el rostro de estos pobres es Cristo mismo el que se presenta a ustedes”.
De esta manera, subraya el Papa que estamos llamados a “acoger, ser expertos en humanidad y encender hogueras de ternura cuando el frío de la vida se cierne sobre aquellos que sufren”.