El Papa Francisco pide a los países desarrollados "crear comunidades listas" para acoger migrantes
El Pontífice lamenta en la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado que muchas personas no tengan más opción que emigrar: "Es una obligación cuando tendría que ser un derecho"
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El Papa Francisco ha hecho referencia en el ángelus de este domingo a la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado que la Iglesia celebra este 24 de septiembre para recordar que “emigrar debería ser una elección libre y nunca la única posible”.
Tras la lectura del Evangelio, el Pontífice ha lamentado que el derecho a emigrar “se ha transformado hoy en una obligación cuando debería ser un derecho a no emigrar para quedarse en la propia tierra”. Por ello, ha instado a las instituciones a trabajar para que “cada hombre y cada mujer” vean garantizados la posibilidad “de vivir una vida digna en la sociedad en la que se encuentra”.
El Santo Padre ha lamentado también que la miseria, las guerras o las crisis climáticas estén obligando a millones de personas a huir de su país de origen, por lo que recuerda que los países receptores están llamados “a crear comunidades listas para acoger, promover, acompañar e integrar a los que llaman a nuestras puertas”.
Reflexiones que, como el propio obispo de Roma ha destacado, verbalizó este sábado en Marsella, durante el acto de clausura y conclusiones de 'Los Encuentros Mediterráneos'. Para finalizar, el Santo Padre ha agradecido a la Conferencia Episcopal Italiana la labor que realiza “para ayudar a los hermanos y hermanas migrantes”.
Asimismo, ha tenido como es habitual cada domingo un recuerdo para el pueblo de Ucrania “que tanto sufre” los efectos de la guerra con Rusia.
El Papa pide un Mediterráneo que vuelva a ser "un laboratorio de paz"
Durante su discurso con el que clausuraba 'Los Encuentros Mediterráneos' este sábado en Marsella, Francisco reclamaba que el Mediterráneo se convierta una vez más como “un laboratorio de paz” y huir de “ideologías contrapuestas”. “El Mediterráneo no expresa un pensamiento uniforme e ideológico, sino un pensamiento polifacético y adherido a la realidad; un pensamiento vital, abierto y conciliador: un pensamiento comunitario. ¡Cuánta necesidad tenemos de él en la coyuntura actual, en la que nacionalismos anacrónicos y beligerantes quieren acabar con el sueño de la comunidad de naciones! Pero recordémoslo, con las armas se hace la guerra, no la paz, y con la ambición de poder se vuelve al pasado, no se construye el futuro”, alertaba el Papa.
Para que el Mediterráneo se convierta en ese “laboratorio de paz” que reclama el Sucesor de Pedro, el primer paso es “dar esperanza a los pobres, proclamándolos bienaventurados. Es desde el grito de los últimos, a menudo silencioso, que debemos partir de nuevo; no de los primeros de la clase que, aun estando bien, levantan la voz. Comencemos de nuevo, Iglesia y comunidad civil, de la escucha de los pobres porque son rostros, no números”, subrayaba.
Compromiso para que 'el mare nostrum' no se convierta en 'mare mortuum'
De esta manera, pedía a los pueblos del Mediterráneo acoger a los migrantes y tratarlos como hermanos cuyas historias “debemos conocer: “Radica en acogerlos, no en esconderlos; en integrarlos, no en desalojarlos; en darles dignidad. Hoy el mar de la convivencia humana está contaminado por la precariedad, que hiere incluso a la espléndida Marsella. Y donde hay precariedad hay criminalidad: donde hay pobreza material, educativa, laboral, cultural y religiosa, se allana el terreno de las mafias y de los tráficos ilegales”, ha advertido.
Al hilo de esta idea, aseveraba que “el compromiso de las instituciones no es suficiente”, por lo que se necesita “una sacudida de conciencia para decir 'no' a la ilegalidad y 'sí' a la solidaridad, que no es una gota en el océano, sino el elemento indispensable para purificar sus aguas”, precisaba.