El Papa invita a seguir a los Reyes Magos y a "ponerse en camino": "Seamos hombres de esperanza"

Francisco ha pedido a todos los fieles tener, como los tres Magos, "los ojos fijos en el cielo, los pies sobre la tierra y el corazón postrado en adoración"

El Papa invita a seguir a los Reyes Magos y a "ponerse en camino": "Seamos hombres de esperanza"

Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

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El Papa Francisco preside este sábado, 6 de enero, la Santa Misa en la Basílica de San Pedro en el Vaticano con ocasión de la Solemnidad de la Epifanía del Señor. Durante la homilía, el Santo Padre ha reflexionado sobre la figura de los tres Reyes Magos que emprenden un viaje “en busca del Rey que ha nacido”: “Son imagen de los pueblos en camino en busca de Dios, de los extranjeros […] de los lejanos […] de todos los que están extraviados y siente la llamada de una voz amiga”.

Francisco se ha detenido en tres aspectos de estos “sabios que vienen de Oriente”: “Ellos tienen los ojos fijos en el cielo, los pies sobre la tierra, el corazón postrado en adoración”.

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"Levantan la cabeza para esperar una luz que ilumine el sentido de su vida"

Sobre el primer aspecto, los ojos fijos en el cielo, Francisco ha remarcado que los tres Magos “no viven mirando la punta de sus pies, replegados sobre sí mismos, prisioneros de un horizonte terreno”: “Ellos levantan la cabeza para esperar una luz que ilumine el sentido de su vida, una salvación que viene de lo alto. Y así ven surgir una estrella, la más luminosa de todas, que los atrae y los pone en camino”.

Y esta, para el Papa, es la clave que revela el verdadero significado de nuestra existencia: “Si vivimos encerrados en el estrecho perímetro de las cosas terrenales, si marchamos con la cabeza baja, rehenes de nuestros fracasos y remordimientos, si estamos hambrientos de bienes y consuelo mundano en lugar de ser buscadores de luz y amor, nuestra vida se apaga”.

Necesitamos tener los ojos fijos en el cielo y la mirada levantada hacia lo alto también “en el camino de la vida, para hacernos acompañar de la amistad del Señor, de su amor que nos sostiene, de la luz de su Palabra que nos guía como estrella en la noche. Lo necesitamos en el camino de la fe, para que no se reduzca a un conjunto de prácticas religiosas o a un hábito exterior, sino que se convierta en un fuego que nos quema por dentro y nos hace buscadores apasionados del rostro del Señor”.

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"En lugar de dividirnos, estamos llamados a poner a Dios en el centro"

Pero también, según Francisco, necesitamos tener nuestra mirada hacia lo alto, en la Iglesia, donde, “en lugar de dividirnos según nuestras ideas, estamos llamados a poner a Dios en el centro. Él, y no nuestras ideas o nuestros planes. Recomencemos desde Dios, busquemos en Él la valentía para no detenernos ante las dificultades, la fuerza para superar los obstáculos, la alegría para vivir en la comunión y en la concordia”.

Sobre el segundo aspecto, los pies sobre la tierra, el Pontífice ha remarcado que el don de la fe se nos ha dado “para avanzar por los senderos del mundo como testigos del Evangelio”: la luz que ilumina nuestra vida sirve “para abrir destellos de luz en las densas tinieblas que envuelven tantas situaciones sociales”. Francisco ha recordado en su homilía algunas palabras de Benedicto XVI en la Misa del 6 de enero de 2008: "Hacen falta hombres que alimenten una gran esperanza y posean por ello una gran valentía. La valentía de los Magos, que emprendieron un largo viaje siguiendo una estrella, y que supieron arrodillarse ante un Niño y ofrecerle sus dones preciosos”.

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"Pidamos la valentía de ser buscadores de Dios, hombres de esperanza"

Por último, el Papa ha abordado el tercer aspecto de los Magos, el corazón postrado en adoración. Los tres Reyes llegan a Belén y cuando ven al Niño “se postraron y lo adoraron”. Luego abrieron sus cofres y le ofrecen oro, incienso y mirra: “Ante este misterio, estamos llamados a inclinar el corazón y doblar las rodillas para adorar: adorar al Dios que viene en la pequeñez, que habita la normalidad de nuestras casas, que muere por amor […] Redescubramos el gusto de la oración de adoración. Reconozcamos a Jesús como nuestro Dios y Señor y ofrezcámosle los dones que tenemos, pero sobre todo el don que somos, nosotros mismos”.

Finalizando la homilía, el Papa ha pedido a los fieles de todo el mundo levantar los ojos al cielo, ponerse en camino en busca del Señor e inclinar el corazón en adoración: “Y pidamos la gracia de no perder nunca el ánimo, la valentía de ser buscadores de Dios, hombres de esperanza, soñadores intrépidos que escrutan el cielo y caminan por los senderos del mundo para llevar a todos la luz de Cristo, que ilumina a cada uno de los hombres”.

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