El Papa reflexiona en la Audiencia sobre el apóstol Pablo: "Quería destruir la Iglesia y después la construye"

El Papa Francisco ha continuado este miércoles sus catequesis en la Audiencia General sobre el tema de la “pasión de evangelizar” y ha centrado su meditación reflexionando sobre la figura del apóstol Pablo, “testimonio ejemplar de qué quiere decir pasión por el Evangelio”', al cual dedicará dos catequesis.

La pasión por el Evangelio le llega a Pablo después de su conversión, y toma el lugar de su precedente celo por el judaísmo: “Cristo convierte su celo: de la Ley al Evangelio . Su impulso primero quería destruir la Iglesia, después, sin embargo, la construye […] ¿qué ha sucedido? ¿Qué ha cambiado en Pablo?”.

En el caso del apóstol, “lo que le ha cambiado no es una simple idea o una convicción: ha sido el encuentro con el Señor resucitado que ha transformado todo su ser. La humanidad de Pablo, su pasión por Dios y su gloria no es aniquilada, sino transformada, “convertida” por el Espíritu Santo. Y así para cada aspecto de su vida”. El celo de Pablo entonces permanece, “pero se convierte en el celo de Cristo”.

Por tanto, según el Santo Padre, “la pasión por el Evangelio no es una cuestión de comprensión o de estudios, que también sirven, pero no la generan; significa más bien recorrer esa misma experiencia de “caída y resurrección” que Saulo/Pablo vivió y que está en el origen de la transfiguración de su impulso apostólico”.

A partir de su conversión, Pablo lleva a la gente “esa gracia de Cristo que él en primer lugar había recibido en el camino de Damasco y que le había cambiado la vida. Por eso, la raíz del impulso evangélico es el amor mismo de Dios, no un compromiso individual o una característica personal”.

Otra reflexión que ha dejado Francisco durante la Audiencia General es el cambio que tiene lugar en el apóstol Pablo: de perseguidor a apóstol de Cristo. “En él se verifica una especie de paradoja: de hecho, hasta que él se considera justo delante de Dios, mientras se siente autorizado a perseguir, a arrestar […] pero cuando iluminado por el Señor Resucitado descubre haber sido “un blasfemo y un violento”, entonces empieza a ser realmente capaz de amar”.

“Lamentablemente, existe un “celo” malo, que puede llegar a justificar violencias y homicidios, a veces incluso en nombre de Dios. Sin embargo, el celo por el Evangelio de Cristo nace del reconocerse, por así decir, “misericordiados” por Él, es decir, pecadores perdonados, y esto infunden en nosotros la fuerza del Evangelio”, ha dicho el Papa al final de la Audiencia General de este miércoles.