Lejos de la estufa

Soy millennial y periodista. Desde abril de 2015 estoy al frente de la Comunicación del Arzobispado de Madrid. No veía nada claro lo de empezar este blog..

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Rodrigo Pinedo Texidor

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Soy millennial y periodista. Desde abril de 2015 estoy al frente de la Comunicación del Arzobispado de Madrid. Y la verdad es que no veía nada claro lo de empezar este blog. No porque no agradeciera la oportunidad (que la agradezco), sino porque afronto el curso con algún que otro frente abierto y no sabía si iba a tener el tiempo y la capacidad de acercar a los lectores de Cope.es alguna cosa interesante e inteligible con regularidad. Tenía asumido que iba a rechazar la invitación hasta que, casi con el cronómetro a cero, me llegó un nuevo mensaje de la casa: «Entonces, ¿te animas a escribir el blog?». Literalmente estaba junto a la gruta de Lourdes cuando me llegó y, claro, con un empujoncito de nuestra Madre, al final me animé.

Una vez al mes intentaré contarles algunas claves de mi trabajo. He decidido que el blog se llame Lejos de la estufa aludiendo a una idea que mi jefe, el cardenal Osoro, repite a menudo: «No podemos hacer una Iglesia-estufa, donde estamos calentitos los que somos parecidos. Debemos salir a los caminos por donde transitan los hombres y mujeres de nuestro tiempo». La invitación enlaza, a su vez, con el evangélico «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio». Tenemos la mejor noticia y hay que compartirla. Es una invitación para todos los católicos, pero ¿cómo no vamos a sentirnos especialmente interpelados los que encima somos periodistas?

Antes de aterrizar en el Arzobispado me curtí en redacciones de medios generalistas, con la mirada más puesta en La Moncloa que en el Vaticano o Bailén. En este tiempo, me ha tocado observar y estudiar y, a buen seguro, he metido la pata en más de una ocasión, pero nunca me ha valido el «esto siempre se ha hecho así». Aunque queda mucho camino por recorrer, creo que hemos dado algunos pasos importantes hacia una mayor profesionalización de la comunicación del Arzobispado de Madrid; un fenómeno que se repite en otras diócesis de nuestro país.

La Iglesia tiene la mejor noticia, sí. No puede seguirla comunicando cómo hace cuarenta o incluso diez años. España ha sufrido un fenómeno de secularización brutal. No asumamos que nuestros mensajes se entienden como antes o que los medios van a dar espacio a nuestras noticias por su simple procedencia. Competimos por la atención de los periodistas –y, cada vez en más ocasiones, de los lectores, oyentes y espectadores directamente– en condiciones de igualdad con toda clase de instituciones. Salvo algunos periodistas que se pueden contar con los dedos de la mano, no creo que haya odio ni siquiera manía hacia la religión o a la Iglesia católica en sí. Lo que hay es desconocimiento de la labor que realiza, confusión sobre sus supuestos privilegios, ignorancia de su historia y funcionamiento… ¿No es una bonita tarea arrojar algo de luz? Ya saben: se trata de no quedarnos cerca de la estufa lamiéndonos las heridas.

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