El canto de esta Semana Santa

Vivir esta Semana Santa, en mitad de una pandemia mundial

El canto de esta Semana Santa

José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

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Contemplar el crucifijo y acoger el Evangelio dentro de los hogares, verdaderas iglesias domésticas, sin olvidar una caridad creativa que sepa hacerse cargo de los más débiles y abandonados en medio de la pandemia. Esa ha sido la sugerencia del Papa para vivir esta Semana Santa única, privada de las variadas expresiones de religiosidad popular en las calles y también de las celebraciones comunitarias de los misterios centrales de la fe cristiana. Desde las grandes urbes secularizadas europeas a las tierras donde la semilla de la fe crece hoy con más vigor, ya sea en África o en Extremo Oriente, la cuestión se decide estos días entre el mero resistir y la posibilidad inesperada de crecer a través de esta circunstancia que nos asalta.

En todas partes se siente el dolor por los fallecidos, la angustia por el futuro y laacuciante pregunta sobre el sentido de la vida humana y sobre las relaciones que la constituyen. La estampa de calles y templos vacíos nos habla de todo ello, sin embargo no desvela el camino personal y comunitario que muchos están haciendo. Son días en los que la correspondencia entre las penalidades y esperanzas de la historia humana y los acontecimientos de la pasión, muerte y resurrección de Jesús se hace más evidente que nunca.La necesidad de una esperanza que no se vea desarbolada por las noticias diarias, la nostalgia de una vida compartida en la verdad, la gratitud por el servicio entregado de tantos, la intuición de que es cierto que formamos una sola familia humana, encuentran en el acontecimiento del Nazareno una respuesta que muchos ya se habían apresurado a descartar.

Tenemos que cuidar el hoy sin falsas escapadas ni alienaciones, para construir el mañana, ha dicho recientemente Francisco. Esta Semana Santa el testimonio de tantos “santos de la puerta de al lado” es el canto que ocupa el lugar del fervor de las procesiones, es el signo de que el Señor camina una vez más junto a su pueblo.Es un canto que anuncia la misteriosa victoria del crucificado, al que ya daban por archivado en su sepulcro.

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