Curar las heridas
Ha sufrido los envites del tiempo y de los hombres, creyentes y no creyentes; hay partes que han perdido su policromía original; en tiempos estuvo rota...
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"Yo veo claramente qué es lo que más necesita la Iglesia hoy: la capacidad de curar las heridas y de calentar los corazones de los fieles, la cercanía y la proximidad. Yo veo a la Iglesia como un hospital de campo después de una batalla. ¡Es inútil preguntarle a un herido grave si tiene alto el colesterol o el azúcar! Hay que curar sus heridas. Después podremos hablar de lo demás. Curar las heridas, curar las heridas… Y hay que comenzar desde abajo". En estas frases se condensaba buena parte de la entrevista que el Papa Francisco concedió en 2014 a Antonio Spadaro, director de “Civiltà Cattolica”. Curar las heridas.
Acompaño estas palabras con la imagen de una bella talla de la Virgen. Está en el Obispado de Palencia. Varias veces al día -salga o entre del despacho de la Oficina de Comunicación- me tengo que cruzar con ella. Y muchas veces, casi siempre, pienso que esta talla es como la Iglesia. Ha sufrido los envites del tiempo y de los hombres, creyentes y no creyentes; hay partes que han perdido su policromía original; en tiempos estuvo rota; ha perdido un brazo...
No es lo que era... es lo que es. Alguien podría decir que tiene “mala pinta”. Pero creo que restaurarla por completo y dejarla “como nueva” hubiera sido un error. Refleja el paso de los años y de la vida, misterios gozosos y dolorosos. A pesar de los golpes y arañazos, me sigue pareciendo dulce, me conforta, me sigue pareciendo Madre... me anima y acompaña a donde quiera que vaya.
También el Papa, por aquellos tiempos del 2014, pedía a los obispos españoles (y a todos nosotros) que abramos "nuevos caminos al Evangelio, que lleguen al corazón de todos, para que descubran lo que ya anida en su interior: a Cristo como amigo y hermano". Y nos decía que esto no será difícil "si vamos tras las huellas del Señor, que 'no ha venido para que le sirvan, sino para servir'; que supo respetar con humildad los tiempos de Dios y, con paciencia, el proceso de maduración de cada persona, sin miedo a dar el primer paso para ir a su encuentro". Escuchando a todos de corazón a corazón, con ternura y misericordia, buscando lo que verdaderamente une y sirve.
Sanadores, Buenos Samaritanos con el prójimo que sufre. No nos está permitido pasar de largo. Debemos pararnos junto a él, pasar haciendo el bien, curando a todos los oprimidos. En una Iglesia que a veces vemos rota, o arañada... pero que "que es madre y nunca puede olvidar a sus hijos más desfavorecidos".
PD: También los hay que se esfuerzan en romper o arañar a la Iglesia. Desde dentro y desde fuera. Trato de convencerme cada día de que no son gigantes, de que son molinos. Y no me hace falta convencerme de que la pelota está en nuestro tejado. Si somos lo que tenemos que ser -parafraseando a Santa Catalina de Siena- ¡prenderemos fuego al mundo entero! Si somos capaces de conseguir que digan "mirad cómo se aman"...