Lee completa la Exhortación Apostólica del Papa: “Gaudete et exsultate’

Vaticano

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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EL LLAMADO A LA SANTIDAD

Los santos que nos alientan y acompañan

«corramos, con constancia, en la carrera que nos toca» (12,1). Allí se habla de  Abraham, de Sara, de Moisés, de Gedeón y de varios más (cf. 11,1-12,3) y sobre todo se nos invita a reconocer que tenemos «una nube tan ingente de testigos» (12,1) que nos alientan a no detenernos en el camino, nos estimulan a seguir caminando hacia la meta. Y entre ellos puede estar nuestra propia madre, una abuela u otras personas cercanas (cf. 2 Tm 1,5). Quizá su vida no fue siempre perfecta, pero aun en medio de imperfecciones y caídas siguieron adelante y agradaron al Señor.

«estamos rodeados, guiados y conducidos por los amigos de Dios […] No tengo que llevar yo solo lo que, en realidad, nunca podría soportar yo solo. La muchedumbre de los santos de Dios me protege, me sostiene y me conduce».1

Los santos de la puerta de al lado

 

1 BENEDICTO XVI, Homilía en el solemne inicio del ministerio petrino (24 abril 2005): AAS 97 (2005), 708.

2 Supone de todos modos que haya fama de santidad y un ejercicio, al menos en grado ordinario, de las virtudes cristianas: cf. Motu proprio Maiorem hac dilectionem (11 julio 2017), art. 2c: L’Osservatore Romano (12 julio 2017), p. 8.

santamente».3 El Señor, en la historia de la salvación, ha salvado a un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Por eso nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana: Dios quiso entrar en una dinámica popular, en la dinámica de un pueblo.

El Señor llama

 

3 CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 9.

4 Cf. JOSEPH MALEGUE, Pierres noires. Les classes moyennes du Salut, París 1958.

5 CONC. ECUM. VAT. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 12.

6 Vida escondida y epifanía, en Obras Completas V, Burgos 2007, 637.

7 S. JUAN PABLO II, Carta ap. Novo millennio ineunte (6 enero 2001), 56: AAS 93 (2001), 307.

8 Carta ap. Tertio millennio adveniente (10 noviembre 1994), 37: AAS 87 (1995), 29.

9 Homilía en la Conmemoración ecuménica de los testigos de la fe del siglo XX (7 mayo 2000), 5: AAS 92 (2000), 680-681.

salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre».10

También para ti

 

10 Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 11.

11 HANS U. VON BALTHASAR, “Teología y santidad”, en Communio 6 (1987), 489.

12 Cántico Espiritual B, Prólogo, 2.

13 Ibíd., XIV-XV, 2.

autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales.14

«Señor, yo soy un pobrecillo, pero tú puedes realizar el milagro de hacerme un poco mejor». En la Iglesia, santa y compuesta de pecadores, encontrarás todo lo que necesitas para crecer hacia la santidad. El Señor la ha llenado de dones con la Palabra, los sacramentos, los santuarios, la vida de las comunidades, el testimonio de sus santos, y una múltiple belleza que procede del amor del Señor, «como novia que se adorna con sus joyas» (Is 61,10).

«Su amor no tiene límites y una vez dado nunca se echó atrás. Fue incondicional y permaneció fiel. Amar así no es fácil porque muchas veces somos tan débiles. Pero precisamente para tratar de amar como Cristo nos amó, Cristo comparte su propia vida

 

14 Cf. Catequesis (19 noviembre 2014): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (21 noviembre 2014), p. 16.

15 S. FRANCISCO DE SALES, Tratado del amor a Dios, VIII, 11.

16 Cinco panes y dos peces: un gozoso testimonio de fe desde el sufrimiento en la cárcel, México 19999, 21.

resucitada con nosotros. De esta manera, nuestras vidas demuestran su poder en acción, incluso en medio de la debilidad humana».17

Tu misión en Cristo

 

17 CONFERENCIA DE OBISPOS CATÓLICOS DE NUEVA ZELANDA, Healing love (1 enero 1988).

18 Cf. Ejercicios espirituales,  102-312. 19 Catecismo de la Iglesia Católica, 515. 20 Ibíd., 516.

21  Ibíd., 517.

22  Ibíd., 518.

23  Ibíd., 521.

24 BENEDICTO XVI, Catequesis (13 abril 2011): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (17 abril 2011), p. 11.

25 Ibíd.

26 Cf. HANS U. VON BALTHASAR, “Teología y santidad”, en Communio 6 (1987), 486-493.

La actividad que santifica

 

27 XAVIER ZUBIRI, Naturaleza, historia, Dios, Madrid 19993, 427.

¿Puede ser sano un fervor espiritual que conviva con una acedia en la acción evangelizadora o en el servicio a los otros?

Más vivos, más humanos

 

28 CARLO M. MARTINI, Las confesiones de Pedro, Estella 1994, 76.

29 Es necesario distinguir esta distracción superficial, de una sana cultura del ocio, que nos abre al otro y a la realidad con un espíritu disponible y contemplativo.

30 S. JUAN PABLO II, Homilía en la Misa de canonización (1 octubre 2000), 5: AAS 92 (2000), 852.

empoderamiento de todos los bautizados para que asumáis vuestros roles como sal de la tierra y luz del mundo donde quiera que os encontréis».31

DOS SUTILES ENEMIGOS DE LA SANTIDAD

El gnosticismo actual

Una mente sin Dios y sin carne

 

31 CONFERENCIA EPISCOPAL REGIONAL DE  ÁFRICA OCCIDENTAL, Mensaje pastoral a la conclusión de la  II Asamblea Plenaria (29 febrero 2016), 2.

32 La mujer pobre, II, 27.

33 Cf. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Carta Placuit Deo, sobre algunos aspectos de la salvación cristiana (22 febrero 2018), 4: L’Osservatore Romano (2 marzo 2018), pp. 4-5: «Tanto el individualismo neo-pelagiano como el desprecio neo-gnóstico del cuerpo deforman la confesión de fe en Cristo, el Salvador único y universal». En este documento se encuentran las bases doctrinales para la comprensión de la salvación cristiana en relación con las derivas neo-gnósticas y neo-pelagianas actuales. 34 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 94: AAS 105 (2013), 1060.

35 Ibíd.: AAS 105 (2013), 1059.

Una doctrina sin misterio

 

36 Homilía en la Misa de la Casa Santa Marta (11 noviembre 2016): L’Osservatore Romano (12 noviembre 2016), p. 8.

37 Como enseña S. Buenaventura: «Es necesario que se dejen todas las operaciones intelectuales, y que el ápice del afecto se traslade todo a Dios y todo se transforme en Dios. […] Y así, no pudiendo nada la naturaleza y poco la industria, ha de darse poco a la inquisición y mucho a la unción; poco a la lengua y muchísimo a la alegría interior; poco a la palabra y a los escritos, y todo al don de Dios, que es el Espíritu Santo; poco o nada a la criatura, todo a la esencia creadora, esto es, al Padre, y al Hijo, y a Espíritu Santo» (Itinerario de la mente a Dios, VII, 4-5).

38 Carta al Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica Argentina en el centenario  de  la  Facultad de Teología (3 marzo 2015): L’Osservatore Romano (10 marzo 2015), p. 6.

circunstancia histórica encontrarlo, ya que no depende de nosotros determinar el tiempo y el lugar del encuentro. Quien lo quiere todo claro y seguro pretende dominar la trascendencia de Dios.

Los límites de la razón

«a quienes sueñan con una doctrina monolítica defendida por todos sin matices, esto puede parecerles una imperfecta dispersión».39 Precisamente, algunas corrientes gnósticas despreciaron la sencillez tan concreta del Evangelio e intentaron reemplazar al Dios trinitario y encarnado por una Unidad superior donde desaparecía la rica multiplicidad de nuestra historia.

 

39 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 40: AAS 105 (2013), 1037.

40 Videomensaje al Congreso internacional de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina

(1-3 septiembre 2015): AAS 107 (2015), 980.

41 Exhort. ap. postsin. Vita consecrata (25 marzo 1996), 38: AAS 88 (1996), 412.

42 Carta al Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica Argentina en el centenario  de  la  Facultad de Teología (3 marzo 2015): L’Osservatore Romano (10 marzo 2015), p. 6.

El pelagianismo actual

Una voluntad sin humildad

 

43 Carta a Fray Antonio, 2: FF 251.

44 Los siete dones del Espíritu Santo, 9, 15.

45 ID., In IV Sent., 37, 1, 3, ad 6.

46 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 94: AAS 105 (2013), 1059.

47 Cf. S. BUENAVENTURA, Las seis alas del Serafín 3, 8: «Non omnes omnia possunt». Cabe entenderlo  en la línea del Catecismo de la Iglesia Católica, 1735.

48 STO. TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae I-II, q.109, a.9, ad 1: «La gracia entraña cierta imperfección, en cuanto no sana perfectamente al hombre».

49 Cf. La naturaleza y la gracia, XLIII, 50: PL 44, 271.

decirle al Señor humildemente: «Dame lo que me pides y pídeme lo que quieras».50

Una enseñanza de la Iglesia muchas veces olvidada

 

50 Confesiones X, 29, 40: PL 32, 796.

51 Cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 44: AAS 105 (2013), 1038.

52 La fe cristiana entiende la gracia como preveniente, concomitante y subsecuente a  nuestras acciones (cf. CONC. ECUM. DE TRENTO, Ses. VI, Decr. de iustificatione, sobre la justificación, cap. 5: DH, 1525).

53 Cf. Homilías sobre la carta a los Romanos, IX, 11: PG 60, 470. 54 Homilía sobre la humildad: PG 31, 530.

«sobrepasa las capacidades de la inteligencia y las fuerzas de la voluntad humana»,57 y que «frente a Dios no hay, en el sentido de un derecho estricto, mérito alguno de parte del hombre. Entre él y nosotros la desigualdad no tiene medida».58 Su amistad nos supera infinitamente, no puede ser comprada por nosotros con nuestras obras y solo puede ser un regalo de su iniciativa de amor. Esto nos invita a vivir con una gozosa gratitud por ese regalo que nunca mereceremos, puesto que «después que uno ya posee la gracia, no puede la gracia ya recibida caer bajo mérito».59 Los santos evitan depositar la confianza en sus acciones: «En el atardecer de esta vida me presentaré ante ti con las manos vacías, Señor, porque no te pido que lleves cuenta de mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas a tus ojos».60

«consentir jubilosamente que nuestra realidad sea dádiva, y aceptar aun nuestra libertad como gracia. Esto es lo difícil hoy en un mundo que cree tener algo por sí mismo, fruto de su propia originalidad o de su libertad».61

 

55 Canon 4, DH 374.

56 Ses. VI, Decr. de iustificatione, sobre la justificación, cap. 8: DH 1532.

57 N. 1998.

58 Ibíd., 2007.

59 STO. TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae I-II, q.114, a.5.

60 STA. TERESA DE LISIEUX, “Acto de ofrenda al Amor misericordioso” (Oraciones, 6).

61 LUCIO GERA, “Sobre el misterio del pobre”, en P. GRELOT-L. GERA-A. DUMAS, El Pobre, Buenos Aires 1962, 103.

62 Esta es, en definitiva, la doctrina católica acerca del «mérito» posterior a la justificación: se trata de la cooperación del justificado para el crecimiento de la vida de la gracia (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2010). Pero esta cooperación de ninguna manera hace que la justificación misma y la amistad con Dios se vuelvan objeto de un mérito humano.

sacrificio vivo, santo, agradable a Dios» (Rm 12,1). Por otra parte, la Iglesia siempre enseñó que solo la caridad hace posible el crecimiento en la vida de la gracia, porque si no tengo caridad, no soy nada (cf. 1 Co 13,2).

Los nuevos pelagianos

El resumen de la Ley

 

63 Cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 95: AAS 105 (2013), 1060.

64 Summa Theologiae I-II, q.107, a.4.

Jesús abre una brecha que permite distinguir dos rostros, el del Padre y el del hermano. No nos entrega dos fórmulas o dos preceptos más. Nos entrega dos rostros, o mejor, uno solo, el de Dios que se refleja en muchos. Porque en cada hermano, especialmente en el más pequeño, frágil, indefenso y necesitado, está presente la imagen misma de Dios. En efecto, el Señor, al final de los tiempos, plasmará su obra de arte con el desecho de esta humanidad vulnerable. Pues, «¿qué es lo que queda?, ¿qué es lo que tiene valor en la vida?, ¿qué riquezas son las que no desaparecen? Sin duda, dos: El Señor y el prójimo. Estas dos riquezas no desaparecen».65

A contracorriente

 

65 Homilía durante el Jubileo de las personas socialmente excluidas (13 noviembre 2016): L’Osservatore Romano (14-15 noviembre 2016), p. 8.

66 Cf. Homilía en la Misa de la Casa Santa Marta (9 junio 2014): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (13 junio 2014), p. 11.

«Felices los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos»

«Es menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en tal manera, que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás».68

Ser pobre en el corazón, esto es santidad.

«Felices los mansos, porque heredarán la tierra»

 

67 El orden entre la segunda y la tercera bienaventuranza cambia según las diversas tradiciones textuales.

68 Ejercicios espirituales, 23.

se cree con el derecho de alzarse por encima de los otros. Sin embargo, aunque parezca imposible, Jesús propone otro estilo: la mansedumbre. Es lo que él practicaba con sus propios discípulos y lo que contemplamos en su entrada a Jerusalén: «Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en una borrica» (Mt 21,5; cf. Za 9,9).

«Piensa que también tú puedes ser tentado» (ibíd.). Aun cuando uno defienda su fe y sus convicciones debe hacerlo con mansedumbre (cf. 1 P 3,16), y hasta los adversarios deben ser tratados con mansedumbre (cf. 2 Tm 2,25). En la Iglesia muchas veces nos hemos equivocado por no haber acogido este pedido de la Palabra divina.

Reaccionar con humilde mansedumbre, esto es santidad.

«Felices los que lloran, porque ellos serán consolados»

 

69 Manuscrito C, 12r.

auténticamente feliz.70 Esa persona es consolada, pero con el consuelo de Jesús y no con el del mundo. Así puede atreverse a compartir el sufrimiento ajeno y deja de huir de las situaciones dolorosas. De ese modo encuentra que la vida tiene sentido socorriendo al otro en su dolor, comprendiendo la angustia ajena, aliviando a los demás. Esa persona siente que el otro es carne de su carne, no teme acercarse hasta tocar su herida, se compadece hasta experimentar que las distancias se borran. Así es posible acoger aquella exhortación de san Pablo: «Llorad con los que lloran» (Rm 12,15).

Saber llorar con los demás, esto es santidad.

«Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados»

Buscar la justicia con hambre y sed, esto es santidad.

«Felices los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia»

 

70 Desde los tiempos patrísticos, la Iglesia valora el don de lágrimas, como se puede ver también en la hermosa oración Ad petendam compunctionem cordis: «Oh Dios omnipotente y mansísimo, que para el pueblo sediento hiciste surgir de la roca una fuente de agua viva, haz brotar de la dureza de nuestros corazones lágrimas de compunción, para que llorando nuestros pecados, obtengamos por tu misericordia el perdón» (Missale Romanum, ed. typ. 1962, p. [110]).

71 Catecismo de la Iglesia Católica, 1789; cf. 1970.

alguien «se ve a veces enfrentado con situaciones que hacen el juicio moral menos seguro, y la decisión difícil».72

Mirar y actuar con misericordia, esto es santidad.

«Felices los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios»

 

72 Ibíd., 1787.

Mantener el corazón limpio de todo lo que mancha el amor, esto es santidad.

«Felices los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios»

«procuremos lo que favorece la paz» (Rm 14,19) porque la unidad es superior al conflicto.74

 

73 La difamación y la calumnia son como un acto terrorista: se arroja la bomba, se destruye, y el atacante se queda feliz y tranquilo. Esto es muy diferente de la nobleza de quien se acerca a conversar cara a cara, con serena sinceridad, pensando en el bien del otro.

74 En algunas ocasiones puede ser necesario conversar acerca de las dificultades de algún hermano. En estos casos puede ocurrir que se transmita un relato en lugar de un hecho objetivo. La pasión deforma la realidad concreta del hecho, lo transforma en relato y termina transmitiendo ese relato cargado de subjetividad. Así se destruye la realidad y no se respeta la verdad del otro.

75 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 218: AAS 105 (2013), 1110.

76  Ibíd., 239: 1116.

77  Ibíd., 227: 1112.

Sembrar paz a nuestro alrededor, esto es santidad.

«Felices los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos»

Aceptar cada día el camino del Evangelio aunque nos traiga problemas, esto es santidad.

El gran protocolo

 

78 Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 41c: AAS 83 (1991), 844-845.

Por fidelidad al Maestro

 

79 Carta ap. Novo millennio ineunte (6 enero 2001), 49: AAS 93 (2001), 302.

80 Ibíd.

81 Bula Misericordiae Vultus (11 abril 2015), 12: AAS 107 (2015), 407.

82 Recordemos la reacción del buen samaritano ante el hombre que unos bandidos dejaron medio muerto al borde del camino (cf. Lc 10,30-37).

83 CONFERENCIA CANADIENSE DE OBISPOS CATÓLICOS. COMISIÓN DE ASUNTOS SOCIALES, Carta abierta a

los miembros del Parlamento, The Common Good or Exclusion: A Choice for Canadians (1 febrero 2001), 9.

Las ideologías que mutilan el corazón del Evangelio

«complicar» la vida de los monjes, estableció que a todos los huéspedes que se presentaran en el monasterio se los acogiera «como a Cristo»,85 expresándolo aun con gestos de adoración,86 y que a los pobres y peregrinos se los tratara «con el máximo cuidado y solicitud».87

 

84 Cf. La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, según el magisterio constante de la Iglesia, ha enseñado que el ser humano «es siempre sagrado, desde su concepción, en todas las etapas de su existencia, hasta su muerte natural y después de la muerte», y que su vida debe ser cuidada «desde la concepción, en todas sus etapas, y hasta la muerte natural» (Documento de Aparecida, 29 junio 2007, 388,464).

85 Regla, 53, 1: PL 66, 749.

86 Cf. Ibíd., 53, 7: PL 66, 750.

87 Ibíd., 53, 15: PL 66, 751.

El culto que más le agrada

«es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia».89 Quiero remarcar una vez más que, si bien la misericordia no excluye la justicia y la verdad, «ante todo tenemos que decir que la misericordia es la plenitud de la justicia y la manifestación más luminosa de la verdad de Dios».90 Ella «es la llave del cielo».91

 

88 Bula Misericordiae Vultus (11 abril 2015), 9: AAS 107 (2015), 405.

89 Ibíd., 10: AAS 107 (2015), 406.

90 Exhort. ap. postsin. Amoris laetitia (19 marzo 2016), 311: AAS 108 (2016), 439.

91 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 197: AAS 105 (2013), 1103.

92 Cf. Summa Theologiae II-II, q.30, a.4.

93 Ibíd., ad 1.

desgastarse y cansarse intentando vivir las obras de misericordia. Es lo que había comprendido muy bien santa Teresa de Calcuta: «Sí, tengo muchas debilidades humanas, muchas miserias humanas. […] Pero él baja y nos usa, a usted y a mí, para ser su amor y su compasión en el mundo, a pesar de nuestros pecados, a pesar de nuestras miserias y defectos. Él depende de nosotros para amar al mundo y demostrarle lo mucho que lo ama. Si nos ocupamos demasiado de nosotros mismos, no nos quedará tiempo para los demás».94

***

EN EL MUNDO ACTUAL

 

94 Cristo en los pobres, Madrid 1981, 37-38.

me referiré a algunos aspectos del llamado a la santidad que espero resuenen de modo especial.

Aguante, paciencia y mansedumbre

que la lengua «es un mundo de maldad» y «encendida por el mismo infierno, hace arder todo el ciclo de la vida» (St 3,6).

 

95 Hay muchas formas de bullying que, aunque parezcan elegantes o respetuosas e incluso muy espirituales, provocan mucho sufrimiento en la autoestima de los demás.

96 Cautelas, 13b.

97 Ibíd., 13a.

necesitamos suplicar: «Señor, cuando lleguen las humillaciones, ayúdame a sentir que estoy detrás de ti, en tu camino».

«es nuestra paz» (Ef 2,14), vino a «guiar nuestros pasos por el camino de la paz» (Lc 1,79). Él transmitió a santa Faustina Kowalska que «la humanidad no encontrará paz hasta que no se dirija con confianza a la misericordia divina».98 Entonces no caigamos en la tentación de buscar la seguridad interior en los éxitos, en los placeres vacíos, en las posesiones, en el dominio sobre los demás o en la imagen social: «Os doy mi paz; pero no como la da el mundo» (Jn 14,27).

Alegría y sentido del humor

 

98 Diario, p. 132.

99 STO. TOMÁS DE AQUINO, Summa Theologiae I-II, q.70, a.3.

Audacia y fervor

 

100 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 6: AAS 105 (2013), 1221.

101 Recomiendo rezar la oración atribuida a santo Tomás Moro: «Concédeme, Señor, una buena digestión, y también algo que digerir. Concédeme la salud del cuerpo, con el buen humor necesario para mantenerla. Dame, Señor, un alma santa que sepa aprovechar lo que es bueno y puro, para que no se asuste ante el pecado, sino que encuentre el modo de poner las cosas de nuevo en orden. Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento, las murmuraciones, los suspiros y los lamentos y no permitas que sufra excesivamente por esa cosa tan dominante que se llama yo. Dame, Señor, el sentido del humor. Concédeme la gracia de comprender las bromas, para que conozca en la vida un poco de alegría y pueda comunicársela a los demás. Así sea».

102 Exhort. ap. postsin. Amoris laetitia (19 marzo 2016), 110: AAS 108 (2016), 354.

Santo en los Apóstoles y los llevaba a anunciar a Jesucristo. Audacia, entusiasmo, hablar con libertad, fervor apostólico, todo eso se incluye en el vocablo  parresía, palabra con la que la Biblia expresa también la libertad de una existencia que está abierta, porque se encuentra disponible para Dios y para los demás (cf. Hch 4,29; 9,28; 28,31; 2 Co 3,12; Ef 3,12; Hb 3,6; 10,19).

¡Cuántas veces nos sentimos tironeados a quedarnos en la comodidad de la orilla! Pero el Señor nos llama para navegar mar adentro y arrojar las redes en aguas más profundas (cf. Lc 5,4). Nos invita a gastar nuestra vida en su servicio. Aferrados a él nos animamos a poner todos nuestros carismas al servicio de los otros. Ojalá nos sintamos apremiados por su amor (cf. 2 Co 5,14) y podamos decir con san Pablo: «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1 Co 9,16).

«podrá separarnos del amor de Dios» (Rm 8,39).

 

103 Exhort. ap. Evangelii nuntiandi (8 diciembre 1975), 80: AAS 68 (1976), 73. Es interesante advertir que en este texto el beato Pablo VI une íntimamente la alegría a la parresía. Así como lamenta «la falta de alegría y de esperanza», exalta la «dulce y confortadora alegría de evangelizar» que está unida a «un ímpetu interior que nadie ni nada sea capaz de extinguir», para que el mundo no reciba el Evangelio «a través de evangelizadores tristes y desalentados». Durante el Año Santo de 1975, el mismo Pablo VI dedicó a la alegría la Exhortación Apostólica, Gaudete in Domino (9 mayo 1975): AAS 67 (1975), 289- 322.

dogmatismo, nostalgia, pesimismo, refugio en las normas. Tal vez nos resistimos a salir de un territorio que nos era conocido y manejable. Sin embargo, las dificultades pueden ser como la tormenta, la ballena, el gusano que secó el ricino de Jonás, o el viento y el sol que le quemaron la cabeza; y lo mismo que para él, pueden tener la función de hacernos volver a ese Dios que es ternura y que quiere llevarnos a una itinerancia constante y renovadora.

En comunidad

«Cuando ya se acercaba el día de su muerte ―día por ti conocido, y que nosotros ignorábamos―, sucedió, por tus ocultos designios, como lo creo firmemente, que nos encontramos ella y yo solos, apoyados en una ventana que daba al jardín interior de la casa donde nos hospedábamos […]. Y abríamos la boca de nuestro corazón, ávidos de las corrientes de tu fuente, la fuente de vida que hay en ti […]. Y mientras estamos hablando y suspirando por ella [la sabiduría], llegamos a tocarla un poco con todo el ímpetu de nuestro corazón […] de modo que fuese la vida sempiterna cual fue este momento de intuición por el cual suspiramos».106

El pequeño detalle de que faltaba una oveja.

El pequeño detalle de la viuda que ofreció sus dos moneditas.

 

104 Cautelas, 15.

105 S. JUAN PABLO II, Exhort. ap. postsin. Vita consecrata (25 marzo 1996), 42: AAS 88 (1996), 416.

106 Confesiones, IX, 10, 23-25: PL 32, 773-775.

El pequeño detalle de tener aceite de repuesto para las lámparas por si el novio se demora.

El pequeño detalle de pedir a sus discípulos que vieran cuántos panes tenían.

El pequeño detalle de tener un fueguito preparado y un pescado en la parrilla mientras esperaba a los discípulos de madrugada.

En oración constante

 

107 Especialmente recuerdo las tres palabras clave «permiso, gracias, perdón», porque «las palabras adecuadas, dichas en el momento justo, protegen y alimentan el amor día tras día»: Exhort. ap. postsin. Amoris laetitia (19 marzo 2016), 133: AAS 108 (2016), 363.

108 STA. TERESA DE LISIEUX, Manuscrito C, 29v-30r.

109 Grados de perfección, 2.

110 ID., Avisos a un religioso para alcanzar la perfección, 9b.

 

111 Libro de la Vida, 8, 5.

112 JUAN PABLO II, Carta ap. Orientale lumen (2 mayo 1995), 16: AAS 87 (1995), 762.

113 Discurso en el V Congreso de la Iglesia italiana, Florencia (10 noviembre 2015): AAS 107 (2015), 1284.

114 Cf. S. BERNARDO, Sermones sobre el Cantar de los Cantares 61, 3-5: PL 183, 1071-1073.

115 Relatos de un peregrino ruso, Buenos Aires 1990, 25.96.

116 Cf. Ejercicios espirituales, 230-237.

en su memoria y nunca te olvida. Por consiguiente, tiene sentido pedirle que ilumine aun los pequeños detalles de tu existencia, que a él no se le escapan.

«espada de doble filo» (Hb 4,12), nos permite detenernos a escuchar al Maestro para que sea lámpara para nuestros pasos, luz en nuestro camino (cf. Sal 119,105). Como bien nos recordaron los Obispos de India: «La devoción a la Palabra de Dios no es solo una de muchas devociones, hermosa pero algo opcional. Pertenece al corazón y a la identidad misma de la vida cristiana. La Palabra tiene en sí el poder para transformar las vidas».119

 

117 Carta a Henry de Castries (14 agosto 1901).

118 V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, Documento de Aparecida (29 junio 2007), 259.

119 CONFERENCIA DE OBISPOS CATÓLICOS DE INDIA, Declaración final de la XXI Asamblea plenaria (18 febrero 2009), 3.2.

COMBATE, VIGILANCIA Y DISCERNIMIENTO

El combate y la vigilancia

Algo más que un mito

 

120 Cf. Homilía en la Misa de la Casa Santa Marta (11 octubre 2013):  L’Osservatore  Romano, ed. semanal en lengua española (18 octubre 2013), p. 12.

Despiertos y confiados

La corrupción espiritual

 

121 Cf. B. PABLO VI, Catequesis (15 noviembre 1972): Ecclesia (1972/II), 1605: «Una de las necesidades mayores es la defensa de aquel mal que llamamos Demonio. […] El mal no es solamente una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa. Se sale del cuadro de la enseñanza bíblica y eclesiástica quien se niega a reconocer su existencia; o bien quien hace de ella un principio que existe por sí y que no tiene, como cualquier otra criatura, su origen en Dios; o bien la explica como una pseudorrealidad, una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestras desgracias».

122 S. JOSÉ GABRIEL DEL ROSARIO BROCHERO, Plática de las banderas, en CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA, El Cura Brochero. Cartas y sermones, Buenos Aires 1999, 71.

123 Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 85: AAS 105 (2013), 1056.

El discernimiento

Una necesidad imperiosa

Siempre a la luz del Señor

juega en lo pequeño, en lo que parece irrelevante, porque la magnanimidad se muestra en lo simple y en lo cotidiano.124 Se trata de no tener límites para lo grande, para lo mejor y más bello, pero al mismo tiempo concentrados en lo pequeño, en la entrega de hoy. Por tanto, pido a todos los cristianos que no dejen de hacer cada día, en diálogo  con el Señor que nos ama, un sincero «examen de conciencia». Al mismo tiempo, el discernimiento nos lleva a reconocer los medios concretos que el Señor predispone en su misterioso plan de amor, para que no nos quedemos solo en las buenas intenciones.

Un don sobrenatural

Habla, Señor

 

124 En la tumba de san Ignacio de Loyola se encuentra este sabio epitafio: «Non coerceri a maximo, contineri tamen a minimo divinum est» (Es divino no asustarse por las cosas grandes y a la vez estar atento a lo más pequeño).

la Iglesia lo que sea más fecundo para el hoy de la salvación. No se trata de aplicar recetas o de repetir el pasado, ya que las mismas soluciones no son válidas en toda circunstancia y lo que era útil en un contexto puede no serlo en otro. El discernimiento de espíritus nos libera de la rigidez, que no tiene lugar ante el perenne hoy del Resucitado. Únicamente el Espíritu sabe penetrar en los pliegues más oscuros de la realidad y tener en cuenta todos sus matices, para que emerja con otra luz la novedad  del Evangelio.

La lógica del don y de la cruz

***

 

125 Colaciones sobre el Hexaemeron, 1, 30.

anhelo de ser santos para la mayor gloria de Dios y alentémonos unos a otros en este intento. Así compartiremos una felicidad que el mundo no nos podrá quitar.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 19 de marzo, Solemnidad de San José, del año 2018, sexto de mi Pontificado.

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