Los padres de dos jóvenes asesinadas en los atentados de Bataclan: "Sé que el Buen Dios está con ellas"
Entre las víctimas del suceso se encontraban Anna y Marion, dos chicas jóvenes que murieron al recibir disparos. Tras aquello, el matrimonio volvió a rezar y regresó a Misa
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El pasado 8 de septiembre comenzó en París el juicio contra los acusados de los atentados yihadistas que tuvieron lugar el 13 de noviembre de 2015. Los sucesos, conocidos como 'los atentados de Bataclan' por ser esta discoteca donde murieron más personas, atemorizaron a todo París durante días, ya que se produjeron atentados en cinco zonas de la ciudad.
Entre las víctimas se encontraban Anna y Marion, dos chicas jóvenes que murieron al recibir disparos del kalashnikov que portaba uno de los terroristas. Aquel día supuso un cambio drástico para la vida de sus padres, Sylvie y Erick.
En vistas al juicio, el matrimonio ha explicado que "la justicia debe hacer su trabajo, pero no nos devolverá a nuestras hijas". Del mismo modo, han expresado que no hablan de aquel día como el 'atentado de Bataclan', "sino el del 13 de noviembre de 2015. Parece un detalle, pero nuestras hijas estaban en la terraza del Carillon, y no en el Bataclan".
El 11 de noviembre, Anna se disponía a viajar a París desde Barcelona, donde residía. Ella pretendía que fuera una sorpresa para su madre, con motivo de su cumpleaños, aunque Marion se lo contó. Ambas hermanas quedaron el 13 de noviembre para cenar. Aquel día se produjeron los atentados donde ellas fueron asesinadas, aunque los padres, a pesar de su preocupación al saber que Marion se encontraba en esa zona, no se enteraron hasta el día siguiente, cuando recibieron la llamada del Ministerio de Interior del país galo para notificarles el trágico suceso.
El duelo les llevó a tener más oración y volver a Misa
Ese momento precedió a un tiempo de duelo muy difícil, en el que ambos sintieron que sus vidas se habían desmoronado: "Sentía odio dentro de mí, especialmente hacia los políticos que no pudieron evitar esta matanza. Sylvie estaba alterada, no hicimos más que llorar".
No obstante, este dolor les hizo reparar en la luz de la fe, regresando a la iglesia. Mientras que para Sylvie constituyó un proceso de asimilación, Erick tenía más claro que el Señor estaba con ellos y no los había abandonado: "Siempre tuve la certeza de que Dios existía. No he tenido una visión, pero sé que el Buen Dios está con ellas, es natural, no puede ser de otra manera. Mi fe nunca se ha visto afectada, aunque mi vida de oración ha aumentado y la devoción de Sylvie a María me ha acercado a la Virgen".
Poco a poco, la pareja regresó a Misa y comenzó a tener una vida de oración que les ha presentado a Dios como el Pilar de su vida. Aunque su sufrimiento no ha disminuido, han "encontrado de nuevo a Marion y a Anna desde que sé que están con la Santísima Virgen".