Fieles a Cristo hasta el martirio

Mario Alcudia

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Como en los primeros tiempos, en nuestros días, también, los sufrimientos de nuestros hermanos y hermanas perseguidos a causa del Evangelio nos interpelan. Recordemos que en el mundo hay más de 573 millones de cristianos que viven sin libertad religiosa. Miles de cristianos cada año son asesinados, encarcelados, secuestrados o amenazados por seguir al Señor.

En numerosas ocasiones el Papa nos ha recordado que un cristiano que no toma en serio la dimensión martirial de la vida no ha entendido aún el camino que el Señor nos enseñó.

Pues todo ello también se ha puesto de manifiesto esta semana en una nueva edición, la octava ya de la Noche de los Testigos en la Catedral de la Almudena de Madrid, en la que pudimos escuchar el testimonio del sacerdote nigeriano Patrick Anthony Akpabio. Actualmente vive en Vitoria, donde es capellán de las Siervas de Jesús de la Caridad. Él conoce en profundidad la situación de persecución que atraviesa la Iglesia en Nigeria y la realidad de los cristianos perseguidos en su país …

También participó el postulador de la causa de beatificación del Padre Ragheed Ganni, joven sacerdote iraquí, asesinado junto a tres compañeros en Irak.

Durante su intervención, el cardenal Cobo recordaba que “pasados los siglos, nuestra Iglesia sigue siendo de mártires, de brotes de esperanza y de una misteriosa unidad”. La persecución, decía el arzobispo de Madrid, genera una unidad que nos recuerda que no renuncian al amor concreto en medio de la necesidad. Algunos, con el lenguaje de la fe, son capaces de sacar el rostro del consuelo y de la paz en medio de la persecución.

Una Vigilia en la que constatamos que se trata de una persecución que no solo se demuestra en actos de violencia y encarcelamientos, sino también la opresión, situaciones de vulnerabilidad y discriminación.

Como nos recuerda Francisco hay que clamar un no firme a todas las formas de violencia, venganza y odio llevadas a cabo en nombre de la religión o de Dios, así como una invitación a fomentar el diálogo, el respeto y la reconciliación frente a la intransigencia y la radicalización extremista porque la única alternativa a la incivilidad del conflicto es la civilización del encuentro. Porque, no olvidemos, que donde no hay libertad religiosa tampoco existe la verdadera libertad.