‘La vida, buena noticia’ es el lema con el que el lunes celebraremos la Jornada por la Vida. La vida como una buena noticia que siempre debe ser valorada y cuidada, desde su concepción hasta su muerte natural. La vida que estamos llamados a promover y defender, como nos recuerda el Papa, no es un concepto abstracto. Se trata de un derecho absoluto, un don de Dios que implica la responsabilidad de cuidarla y protegerla de forma clara, firme y apasionada; todo ello además, cuando como bien sabemos, las leyes no protegen la vida humana más débil y vulnerable.
Porque la defensa de la vida para la Iglesia no es una ideología sino una realidad; una realidad humana que nos involucra a todos los cristianos.
Pero además de la defensa de la vida del no nacido o la eutanasia en el caso del final de la vida o de alguna enfermedad, hay que acompañar otras situaciones donde se producen claras violaciones de la dignidad humana, o qué decir de la maternidad subrogada a la que el Papa ha calificado como deplorable práctica, porque ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño.
Es evidente que además de la acción de gracias, como haremos el lunes en las diversas celebraciones convocadas en las diócesis, también pediremos al Señor para que desde los diversos estamentos políticos y sociales se proteja y se cuide la vida.
Porque construir una sociedad con futuro pasa por cuidar esa vida en todas sus manifestaciones; un cuidado que nace de la conciencia de la verdadera responsabilidad ante el otro.
Se trata de romper con la cultura del descarte tan perniciosa, tomando conciencia de que el hombre no puede disponer de ninguna vida de forma fría y calculada. Como decía santa Madre Teresa de Calcuta, la vida es belleza, admirémosla; la vida es vida, defendámosla. Ojalá que Jornadas como esta y, también, nuestro testimonio contribuyan a sembrar en la sociedad ese amor concreto y creativo capaz de instaurar y expandir la cultura de la vida.