Primer Anuncio

La importancia de la evangelización ha sido un tema prioritario en los últimos Papas

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Alfonso V. Carrascosa

Publicado el - Actualizado

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En la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandii (EN) el Papa Pablo VI, hablando sobre la evangelización en el mundo contemporáneo, señalaba que como núcleo y centro de su Buena Nueva, Jesús anuncia la salvación, ese gran don de Dios que es liberación de todo lo que oprime al hombre, pero que es sobre todo liberación del pecado y del maligno, dentro de la alegría de conocer a Dios y de ser conocido por El, de verlo, de entregarse a El. (EN, 9)

A la hora de definir lo que es evangelizar, indicaba que evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad (EN, 17) . Tras reconocer la importancia del testimonio de vida que constituye ya de por sí una proclamación silenciosa, pero también muy clara y eficaz, de la Buena Nueva (EN, 21), pasaba a señalar que esto sigue siendo insuficiente, pues el más hermoso testimonio se revelará a la larga impotente si no es esclarecido, justificado —lo que Pedro llamaba dar "razón de vuestra esperanza" (52)—, explicitado por un anuncio claro e inequívoco del Señor Jesús (EN, 22). A este anuncio inequívoco fue a lo que Pablo VI llamó anuncio explícito. Más adelante explicaba que dicho anuncio debía contener como centro el kerygma, esto es una clara proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios (EN 57).

De entre los métodos para practicar este anuncio destacaba el de una predicación viva, indicando que no es superfluo subrayar a continuación la importancia y necesidad de la predicación: "Pero ¿cómo invocarán a Aquel en quien no han creído? Y, ¿cómo creerán sin haber oído de Él? Y ¿cómo oirán si nadie les predica?... Luego, la fe viene de la audición, y la audición, por la palabra de Cristo" (69). Esta ley enunciada un día por San Pablo conserva hoy todo su vigor (EN, 42), y señalando más adelante que este primer anuncio a los que están lejos debe incluir por supuesto la predicación explícita, que no es excluyente de otros medios, pero que ha de ocupar un papel primordial (EN, 51).

Tanto san Juan Pablo II como Benedicto XVI dedicaron buena parte de su magisterio a desarrollar estas líneas. Francisco dice en la Evangeli Gaudium:

‘164. Hemos redescubierto que también en la catequesis tiene un rol fundamental el primer anuncio o « kerygma », que debe ocupar el centro de la actividad evangelizadora y de todo intento de renovación eclesial... En la boca del catequista vuelve a resonar siempre el primer anuncio: « Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte ». Cuando a este primer anuncio se le llama « primero », eso no significa que está al comienzo y después se olvida o se reemplaza por otros contenidos que lo superan. Es el primero en un sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver’.

Todo lo dicho parece esclarecer no poco el significado de las palabras de san Pablo a cerca de lo que conocemos como primer anuncio: ‘ Por tanto la fe viene de la predicación, y la predicación por la palabra de Cristo’ (Rom 10, 17), y ‘De hecho, como el mundo en su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la predicación’ (1 Cor 1, 17-31). De lo que no cabe duda es de que la Iglesia no ha dejado de confiar en el poder de la predicación, que se inicia con el primer anuncio. Confiemos también nosotros.