ECCLESIA ante el aborto: "Los católicos no podemos callar ante los atropellos de la vida"

La Iglesia rechaza con rotundidad el aborto, la eutanasia, la Trata, la prostitución, las guerras, el maltrato a los inmigrantes, los abusos, el descarte a los ancianos...

Portada ECCLESIA ni una más

Silvia Rozas FI

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L

iglesia de San Marcelo, en Roma, acoge el

, una escultura del artista canadiense Tim Schmalz que representa a una Virgen con un Niño no nacido para celebrar la vida a través de la belleza. Esta imagen va en consonancia con otra de sus obras: la escultura

, situada en la plaza de San Pedro mostrando un grupo de migrantes de diferentes razas y épocas en una balsa.

Ambas hablan de un

Mientras se bendecía en Roma la última escultura de Schmalz, el Consejo de Ministros de España aprobaba el anteproyecto de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva e Interrupción Voluntaria del Embarazo. Esta ley, además de autorizar la muerte de un inocente, permitirá que chicas de 16 y 17 años aborten sin la obligación de contar con el permiso de los padres, y buscará propiciar que se garanticen los abortos en la sanidad pública.

El Gobierno acaba de atravesar una línea roja que deja sobre la mesa la salud moral de la sociedad española. Ante tal atropello, la Iglesia rechaza con rotundidad el aborto, como rechaza la eutanasia, la Trata de personas, la prostitución, las guerras, el maltrato a los inmigrantes, los abusos, el descarte de los ancianos, las condiciones ignominiosas del trabajo; en definitiva, todo aquello que corrompe la civilización humana (EG 3). La defensa y la promoción de la vida es una de las fuentes de civilización y ahí se encuentra la esperanza de un pueblo: defender y promover la vida.

Una sociedad que no protege la vida de sus integrantes es una sociedad abocada al fracaso y a la barbarie. Por eso, la defensa de la vida, de todas las vidas, es razón urgente y más que importante para salir a la calle y manifestar que el valor de la vida humana tiene un carácter inviolable.

La nueva Ley del Aborto muestra sin rubor que los indefensos no cuentan, que el derecho del fuerte prevalece sobre el débil a la hora de eliminar una nueva vida. El aborto es un asesinato. Y lo que la sociedad necesita es una Ley de protección de la vida, que favorezca el cuidado de madres y padres, con sus ayudas económicas, laborales y de vivienda.

Los católicos no podemos callar ante los atropellos de la vida. Por difíciles que sean las circunstancias, siempre merece la pena defenderla. Tenemos la responsabilidad de ayudar a los más débiles, a quienes no pueden luchar por su derecho a la vida.

Es tiempo de no avergonzarse de manifestar públicamente la dignidad de la vida humana, la de todos: desde el inicio hasta el final; como Jesús de Nazaret defendió la vida y denunció las injusticias y atropellos de su época.

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