El mensaje actual de la Parábola de los viñadores que aparece reflejado en el Evangelio de este domingo

El periodista y sacerdote Josetxo Vera nos da las claves en 'Chateando con Dios' del Evangelio de este domingo, 4 de octubre

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Josetxo Vera

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Hemos escuchado bastante en los medios de comunicación estos días la cuestión de los okupas. Esto que parece una novedad de este tiempo nos la encontramos en el Evangelio de este domingo.

En el Evangelio se nos habla de un señor que tenía mucho cariño a su viña, la hizo preciosa y, una vez que la tenia acabada, la arrendó a unos labradores. Estos últimos la cuidaron, la empezaron a trabajar, y cuando llegó el tiempo de la vendimia el señor mandó a unos criados a cobrar lo que le correspondía del arrendamiento. Y entonces los labradores no quisieron pagar nada y "agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon".

Por último el señor les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo." Pero los labradores, al ver al hijo, dijeron: "Éste es el heredero, venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y lo empujan fuera de la viña y lo matan.

El Señor entonces les pregunta a los fariseos: “¿El señor, dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?”. Y le responden: “Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores”. Y el Señor entonces les explica que la viña en realidad es el pueblo de Israel y que Dios les confía para cuidarlo y no lo están haciendo. De alguna forma, les anticipa su propia muerta.

Les anuncia como será el final: “Se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos”. De esta forma se anuncia que el pueblo de Dios pasará a ser la Iglesia. Es una alegoría de lo que va a pasar con el Señor.

A nosotros nos puede pasar que el Señor nos ha confiado una viña para que de frutos, para que el Reino de Dios se extienda en la Tierra. Y a todos nosotros nos va a pedir responsabilidad. Todos somos un poco responsables de esta viña en la que vivimos. Por tanto, la enseñanza del Evangelio es esta: ya ha pasado una vez que los labradores no fueron fieles y no dieron frutos al señor de la viña. ¿Nos puede pasar a nosotros? Esto es muy sencillo, es un examen que nos podemos hacer a nosotros mismos. Los frutos de mi vida cristiana se pueden medir perfectamente.

La Primera Lectura también habla de una viña a través de una profecía de Isaías. Es un señor que tiene una viña que la cuida mucho, pero esta, en vez de dar uvas, da agrazones. La Lectura cuenta entonces el disgusto del dueño que ha estado preparando durante toda su vida una viña preciosa pero que al final no da ningún fruto. En este caso nosotros también somos la viña. Nuestra alma es un lugar donde vive Dios para que también nosotros demos frutos.

En la Parábola del Evangelio los frutos que nos pide es la compañía a los demás hermanos en su vida cristiana. En la Primera Lectura el fruto es nosotros mismos. Son como dos Parábolas muy parecidas: en la Primera Lectura nosotros hacemos de la viña que Dios está cuidando para que de frutos y en el Evangelio nosotros somos aquellos a que Dios nos ha confiado de la viña para cuidarla.

Todos tenemos una misión de cuidar a los demás y somos responsables del fruto que dan los demás.

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