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—den por hecho su rigurosidad— es su capacidad de imbuirme en la mentalidad y espíritu de una época —de otra manera, qué difícil o qué imposible es entender el pasado desde nuestros propios esquemas—, y de desvelarme lo que ese pasado explica del presente. Imperios de crueldad de
, catedrático de Historia Medieval, goza de ambas cualidades.
De una parte, nos transporta a una Grecia y a una Roma diferentes —más reales— a las asentadas en el imaginario colectivo idealizador. Una Grecia y una Roma en las que la vida era tremendamente dura y áspera. Una Grecia y una Roma donde se imponía la ley del más fuerte… y el más cruel. Una Grecia y una Roma, en definitiva, difíciles para los más vulnerables, ajenas a la compasión que trajo después el cristianismo.