La plena humanidad de Jesucristo
Desde la BAC nos recomiendan el libro «Retorno a Ávila» del cardenal Ricardo Blázquez, quien inicia su retiro después de tantos años de ministerio episcopal
Madrid - Publicado el
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Retorno a Ávila es el título del libro con el que Ricardo Blázquez (Villanueva del Campillo, 1942) se despide de Valladolid, la última diócesis que le ha visto ejercer su ministerio episcopal, para iniciar su más que merecido retiro en Ávila. El libro funciona, amén de como regalo de despedida, como un parón en el camino —ya casi «terminada la carrera», que habría dicho san Pablo— para contemplar con asombro y gratitud la obra de Dios a lo largo de tantos años de labor como obispo de la Iglesia española.
Y es que asombrado y agradecido se muestra durante todo el texto, donde echa la vista atrás para comprobar, una y otra vez, que la fidelidad de Dios es siempre sólida, invariable, que ni cambia ni se muda, por usar esta vez palabras de la santa de Ávila, tan cercana a don Ricardo: «En todas las edades de la vida el Señor nos acompaña. Con él contamos cuando las fuerzas son vigorosas y cuando flaquean» (p. 12).
El libro, que recoge varias intervenciones públicas a lo largo del año 2021, viene además a arrojar luz, la luz de la fe, sobre la hora oscura que ha supuesto para todos esta terrible pandemia mundial. Aquí don Ricardo llama a la prudencia, no tanto por instinto de preservación —que también— sino por caridad; invita a la solidaridad, a salir del egoísmo y la insensibilidad ante las heridas ajenas; y sobre todo, por enci- ma de todo, anuncia incansablemente a Jesucristo, a aquel que «desde el púlpito de la cruz» (p. 22) se acerca al dolor de toda la humanidad. No apuraremos aquí una loa que sin duda incomodaría al autor, pero no podemos dejar de señaalar la generosidad de don Ricardo, estampa perfecta de su entrega en cada una de las diécesis que le han acogido. Es la generosidad de quien aplaude cuando debería ser aplaudido, del que regala cuando debería ser regalado y, en fin, del que homenajea cuando, sin duda alguna, debería ser él el homenajeado. Téngase, pues, este libro, como su último gesto de generosidad con una Iglesia que le debe mucho antes de retirarse, por fin, a descansar.