La sacramentalidad de la Pascua en las cartas 54 y 55 de san Agustín

es el llevado a cabo por el profesor

con el título

(Editorial del Centre de Pastoral Litúrgica). Como apéndices del libro aparecen reproducidos los textos que son objeto de estudio exhaustivo. A comienzos del siglo V, un tal Jenaro se dirige al obispo de Hipona pidiéndole que le explique y aclare cómo celebrar los sacramentos y las fiestas en la Iglesia.

El profesor Torra penetra en la originalidad que encierra la teología litúrgica de san Agustín, sobre todo porque la definición de sacramento aparece ligada esencialmente al concepto de pascua; así, la pascua es el sacramento entre Dios y el hombre, la pascua, el paso de este mundo al Padre realizado por Jesús, es sacramento del paso del hombre —de la muerte a la vida—, que tiene que ser realizado y celebrado a imagen y semejanza del de Jesús, el Hijo de Dios. La muerte-resurrección de Jesús fundamenta el tránsito pascual del ser humano a una nueva vida, paso, que se convierte en salvador —una pascua—, recibido en el bautismo y hecho presente en la eucaristía. El sacramento, pues, no solamente hace memoria de unos hechos pasados, sino que conlleva un significado, que ha de ser recibido santamente para que sea eficaz.