Poema de Cuaresma: Iré por esos montes y riberas, por Francisco Vaquerizo

Poema de Cuaresma: Iré por esos montes y riberas, por Francisco Vaquerizo

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Poema de Cuaresma: Iré por esos montes y riberas, por Francisco Vaquerizo

Como estamos en tiempo de Cuaresma, os envío mi tercer poema de los veinte que escribí "a la sombra del Cántico". Para que no nos olvidemos de vivir buscando a Dios, recorriendo todo lo que haya que recorrer y sin temor a las fieras ni pararnos a coger las flores del camino. Quiera Dios concedernos que, al celebrar un año más la santa Cuaresma, avancemos en la inteligencia del misterio de Cristo y lo vivamos en su plenitud. Saludos. Francisco.

IRÉ POR ESOS MONTES Y RIBERAS

"Buscando mis amores

iré por esos montes y riberas,

ni cogeré las flores,

ni temeré las fieras

y pasaré los fuertes y fronteras".

Canción 3- San Juan de la Cruz

Harto ya de gemir, saldré a buscarte

con todos mis propósitos al viento,

dispuesto a recorrer los horizontes

por donde haya memoria de tus pasos.

He esperado tu vuelta día y noche,

te he rezado sin tregua ni fatiga,

he mandado a mis ángeles custodios

para que te pusiesen a mi alcance

y todo ha sido en vano.

El enorme vacío que me dejó tu ausencia,

es una muerte viva en mis entrañas.

Harto ya de gemir, saldré a buscarte,

decidido a pasar por lo que sea

con tal de darte caza dondequiera que te halles.

Haré al pie de la letra cuanto sea preciso

para alcanzar el gozo de sentir tus abrazos;

apagaré mis ojos para ver tu hermosura,

taparé mis oídos para escuchar tus voces,

me negaré a mí mismo por poder afirmarte,

daré la espalda a todos mis caprichos,

renunciaré a mis gustos y quereres inútiles,

olvidaré que hay flores a orillas del sendero

y que hay racimos frescos en las parras ajenas.

Harto ya de gemir, harto de todo

– pues cuando no estás tú, nada aprovecha –

me enfrentaré a las fieras terrenales,

me enfrentaré a mis propios amigos y parientes,

renunciaré a la parte de mi herencia

y no me detendrán los menosprecios

ni los insultos ni el respeto humano.

Porque ya no se trata de bienes o de males,

de quedarnos con esto o con aquello;

ya se trata de ti, de tu presencia,

del agua que resbala por tu pecho florido

y cruza los umbrales de la dicha perenne.

Atravesaré fuertes y fronteras buscándote,

me enfrentaré al maligno que, taimado,

intenta involucrarme en sus mentiras

y luego hacer que muerda sus anzuelos.

Pondré en guardia mis ímpetus carnales

para dejar que vuele mi espíritu a sus anchas

en busca de tus brazos amorosos.

Ya no habrá quien me pare ni me rinda

porque la omnipotencia me sostiene,

porque Dios va conmigo dondequiera que vaya,

porque su luz me guía aunque sea de noche

y sus cuidados cuidan mis cuidados.

Nadie ni nada torcerá mi ruta,

no habrá muro que pueda contenerme

ni flores que entretengan mis sentidos,

pues es otro mi afán y otro mi empeño.

Ni golpes ni caricias, ni premios ni amenazas

conseguirán que deje de seguir adelante.

Embriagado del mosto que destilan tus vides,

iré tras tus pisadas, de collado en collado,

te buscaré por todos los rincones

aunque alguno me diga que estoy loco.

Sólo me detendré cuando te alcance.