“Llamó a los que quiso y se fueron con Él”

Evangelio según san Marcos 3, 13-19; y comentario de José María Calderón, director de OMP

Redacción Religión

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Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos

8, 6-13

Hermanos:

Ahora a nuestro sumo Sacerdote, Cristo, le ha correspondido un ministerio tanto más excelente cuanto mejor es la alianza de la que es mediador: una alianza basada en promesas mejores.

Si la primera hubiera sido perfecta, no habría lugar para una segunda.

Pero les reprocha: «Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá una alianza nueva; no como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto.

Ellos fueron infieles a mi alianza y yo me desentendí de ellos —oráculo del Señor—.

Así será la alianza que haré con la casa de Israel después de aquellos días —oráculo del Señor—: pondré mis leyes en su mente y las escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.

Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: “Conoce al Señor”, porque todos me conocerán, del menor al mayor, pues perdonaré sus delitos y no me acordaré ya de sus pecados».

Al decir alianza “nueva”, declaró antigua la anterior; y lo que envejece y queda anticuado, está para desaparecer.

Salmo de hoy

Salmo

84, 8. 10. 11-12. 13-14

La misericordia y la fidelidad se encuentran

Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. La salvación está cerca de los que lo teman y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra y la justicia mira desde el cielo. R/.

El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos

3, 13-19

En aquel tiempo, Jesús subió al monte, llamó a los que quiso y se fueron con él.

E instituyó doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar a los demonios:

Simón, a quien puso el nombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo, y Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso el nombre de Boanerges, es decir, los hijos del trueno, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el de Caná y Judas Iscariote, el que lo entregó.