"¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!"

Evangelio según san Mateo (8,23-27) y comentario de José María Calderón, director nacional de OMP

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Redacción Religión

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Primera Lectura

Lectura de la profecía de Amós (3,1-8;4,11-12)

Escuchad esta palabra que dice el Señor, hijos de Israel, a todas las familias que saqué de Egipto:

«A vosotros solos os escogí, entre todas las familias de la tierra; por eso os tomaré cuentas por vuestros pecados. ¿Caminan juntos dos que no se conocen? ¿Ruge el león en la espesura sin tener presa? ¿Alza su voz el cachorro en la guarida sin haber cazado? ¿Cae el pájaro por tierra si no hay una trampa? ¿Salta la trampa del suelo sin haber atrapado? ¿Suena la trompeta en la ciudad sin que el pueblo se alarme? ¿Sucede una desgracia en la ciudad que no la mande el Señor? Que no hará cosa el Señor sin revelar su plan a sus siervos, los profetas. Ruge el león, ¿quién no teme? Habla el Señor, ¿quién no profetiza? Os envié una catástrofe como la de Sodoma y Gomorra, y fuisteis como tizón salvado del incendio, pero no os convertisteis a mí –oráculo del Señor–. Por eso, así te voy a tratar, Israel, y, porque así te voy a tratar, prepárate a encararte con tu Dios.»

Salmo

Salmo 5,5-8

R/. Señor, guíame con tu justicia

Tú no eres un Dios que ame la maldad,

ni el malvado es tu huésped,

ni el arrogante se mantiene en tu presencia. R/.

Detestas a los malhechores,

destruyes a los mentirosos;

al hombre sanguinario y traicionero

lo aborrece el Señor. R/.

Pero yo, por tu gran bondad,

entraré en tu casa,

me postraré ante tu templo santo

con toda reverencia. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,23-27)

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía.

Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!»

Él les dijo: «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!»

Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma.

Ellos se preguntaban admirados: «¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!»

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