"Ojalá volviera el Señor a juzgar a vivos y muertos mientras estamos en un camp"
Los voluntarios de la Orden de Malta, en servicio de emergencia en el Líbano, celebran el domingo con las enfermas mentales en torno a una Eucaristía
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Dies Domini, día del Señor, y en un camp con enfermos en Chabrouh. ¿Qué más podemos pedir? Además, ha hecho un tiempo estupendo. Los amaneceres y los atardeceres de Oriente son únicos. Y los días bonitos aquí son preciosos. Abuna Manolo, que es asturiano, dice que en el valle de Faraya el clima es como en Asturias, las manzanas y las castañas saben como las de su tierra pero que, cuando el sol se pone en Chabrouh, es el único sitio del mundo más bonito que el paraíso natural donde él nació.
Los domingos son deliciosos en un camp libanés, también en este de emergencia al que hemos sido llamados por la Orden de Malta. Nada es distinto al resto de los días, pero todo resulta nuevo. Y el eje principal no puede ser otro que la Eucaristía dominical. Aunque en esta parte del mundo la Iglesia no celebra la Misa normalmente en los días de feria, en los camps sí ha sido siempre el centro de cada jornada, y se celebra puntualmente a las 17 horas.
Cuando cada tarde entramos en la hermosa capilla de la casa para la celebración, no solo experimentamos la alegría de sentir al Señor más presente que nunca, en una realidad donde las presencias cotidianas son lo más ricas y variadas que uno puede soñar. Aunque para los ‘helpers’ el día comienza muy temprano en la capilla con la oración matinal y finaliza también allí con la de la noche, sin duda que el momento en que todo el camp se reúne alrededor del altar cada tarde es una verdadera teofanía. Nos reconocemos realmente en una comunidad rica en ritos (entre nosotros hay latinos, maronitas, greco católicos, armenios) y en idiomas (árabe, alemán, español), pero una en la fe y en la alegría de compartir la mesa del Señor.
Resulta difícil imaginar una comunidad tan pequeña y tan variada al mismo tiempo. En nuestra celebración eucarística de este domingo, se ha empleado el latín, el árabe, el inglés, el alemán y el español; los cantos se han acompañado con guitarra española, violín, clarinete y ukelele. Pero, como cantamos en Pascua, solo un solo Señor, una sola fe y un solo bautismo, un solo Dios y Padre, que cada tarde nos recuerda que no somos más que una pequeña porción de su pueblo que comemos lo que somos (el Cuerpo de Cristo) y somos lo que comemos (el Cuerpo de Cristo).
La Eucaristía es la fuente y la cumbre de todo camp. No podemos entender el “one & one” si no es desde nuestra relación con Dios, donde nosotros somos sus “guest” y él nuestro verdadero “helper”. Si él es fiel y nunca nos abandona, nosotros no nos podemos permitir separarnos de aquellas señoras que él nos encomienda durante estos días. Por ello, resulta de lo más normal, pero también de lo más iluminador, cuando uno de nuestros hermanos libaneses sale a leer la lectura en la Misa acompañado por su señora, sin separarse de ella ni siquiera en ese momento.
En el Evangelio de hoy, Jesús nos dice que velemos «porque no sabéis el día ni la hora». Abuna Manolo nos ha explicado en la homilía que «ojalá volviera el Señor a juzgar a vivos y muertos mientras estamos en un camp, porque nos sorprendería velando en oración y sirviéndole en nuestras señoras». Pero como esto se presenta algo difícil, nos hemos animado a obrar en nuestras vidas cotidianas de acuerdo a la espiritualidad de nuestros camps.
Podríamos haberos contado muchas más cosas del día de hoy. Nuestras señoras han hecho galletas y hemos vuelto a compartir momentos inolvidables. Pero, sin duda, lo mejor es que, gracias a ellas, seguimos despiertos y vigilantes porque, cuando llegue el esposo, queremos salir a su encuentro sirviendo a nuestros señores, los enfermos, los necesitados, sus preferidos. Lo hemos aprendido de la Palabra de Dios de este domingo.
Nos encantaría contaros lo del “Almaza time”, pero si lo hacemos no llegamos a tiempo a disfrutarlo esta noche, así que otro día será.
Desde Chabruh, en el valle de Faraya del Monte Líbano, y para todos los lectores de Aleluya, les escribió la delegación española en el camp de emergencia de la Orden de Malta.
Mañana más, si Dios quiere.