Beata María Ana de Jesús: La Santa de Madrid
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La Fortaleza del Señor Resucitado cala siempre en el corazón de sus hijos. Entre ellos se encuentra la Beata María Ana de Jesús, cuya vida fue un desprendimiento de las cosas materiales para adentrarse en lo espiritual. Nace en 1567 en Madrid. Su familia está vinculada a la corte. De hecho su padre, está al servicio de Felipe II que establecería Madrid como capital de España. Bautizada en la Iglesia de Santiago, pasó la infancia en la calle del Espejo.
A los 22 años, en plena mayoría de edad por entonces, se siente atraída a la vida religiosa. Esto le hizó chocar con su familia que le habían buscado un pretendiente. Pero ella, dejó clara su consagración a Dios, hasta el punto de desfigurarse el rostro y cortarse el pelo. Así va a la Ermita de Santa Bárbara donde permanecerá como penitente. El mercedario Juan Bautista del Santísimo Sacramento se hará cargo de su atención espiritual.
De ahí surge que ella sentiría esa cercanía a la Virgen de la Merced y su carisma. En el año 1613 se hace terciaria mercedaria, haciendo posteriormente la profesión solemne como mercedaria. Fueron muy oídas las apariciones y revelaciones sobrenaturales que tuvo. Incluso sus propios directores espirituales le pidieron que escribiese como testimonio de vida todas estas experiencias místicas.
Siempre destacó por ese amor a la Eucaristía, al Señor Resucitado y a la Virgen. Muchos son los milagros que se le atribuyen además de sus obras de caridad desde el Monasterio hacia los necesitados. La reina Isabel de Borbón, consorte de Felipe IV le llevó de consejera a la Corte. La Beata María Ana de Jesús muere el 17 de abril de 1624. Estos días se abre el año jubilar al cumplirse el IV Centenario de su muerte. Su cuerpo se encuntra incorrupto.