Miércoles Santo: el día de la traición
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Los momentos estelares de la Fe van llegando poco a poco. Hoy es Miércoles Santo. Con este día, el momento culminante se acerca. Es el momento de que el Hijo del Hombre sea entregado. Él se va a la muerte como se ha escrito. Pero ¡Ay! del que lo entrega. Más le valdría no haber nacido. El que come en la mesa conmigo es el primero en traicionarme. Dijeron los impíos: “Talemos el árbol en su lozanía. Arranquémoslo de la tierra de los vivos”.
Ya se acercan los días Santos de la Pasión del Redentor, recuerda el prefacio II en la Santa Misa. Tiene que cumplirse la Escritura. Cuando levantéis al Hijo del Hombre sobre el Árbol de la Cruz, sabréis que yo soy”. Es el momento de que el grano de trigo caiga en tierra y muera, porque sino queda infecundo y no puede dar ningún fruto. Llega la ocasión para dar a luz a la otra vida con todo lo que ello supone.
Pero como la mujer que alumbra al fruto de sus entrañas después del parto, podemos ver cómo todo ha merecido la pena. Sólo en Dios descansa mi vida. Alma mía, ¿por qué te me turbas? Espera en Dios que volverás a alabarlo. Salud de mi rostro, Dios mío. Así rezan muchos Pasajes de la Escritura. Hoy, siguiendo el Evangelio de esta víspera del Triduo Pascual, Cristo se encontraba a punto de celebra la Pascua.
Por otro lado, sus enemigos se reúnen en el Sanedrín preocupados porque quieren apresar al Nazareno, pero de momento sus gestiones son infructuosas. Casualmente Judas Iscariote habla con los fariseos sobre su decisión pidiendo un precio a cambio. Ellos lo tasan en treinta monedas de plata. Durante la Cena el Maestro advierte de uno de ellos que le va a entregar quedando, en evidencia Judas. Por eso, este día se denominaba popularmente también el miércoles de la traición.