San Heriberto, servidor de Dios

Redacción Religión

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La contradicción forma parte de los cristianos. Hoy celebramos a San Heriberto, que fue signo de contradicción. Nace el año 970 en Worms, en la zona del Rhin, en Alemania. Perteneciente a la nobleza, siempre fue proclive al estudio. Fue enviado a estudiar a la Abadía de Gorze, en Lorena. Allí profundizó en el saber hasta que se planteó su futuro. Él de buena gana hubiese seguido la senda de San Benito, plasmada en sus monjes.

Sin embargo su padre le recuperó para la vida fuera del Monasterio. También Dios le necesitaba en otros lugares. Designado canónigo, sintió la vocación sacerdotal y se ordenó presbítero. Otón III reparó en él como un hombre confianza y le hizo su canciller. Posteriormente le nombró obispo de la Sede de Colonia. Para este servicio contaba con el apoyo de todos. Él, sin embargo, no quería ser elegido y le costó aceptar.

Enviado por el Emperador a Benevento, se embarcó para Roma donde le esperaba el Papa para imponerle el palio episcopal. Desde allí volvió a Colonia, en los fríos de diciembre. Cuando llegó se encontró que le habían enviado otro palio allí, pero ya no hacía falta. Fue consagrado obispo en la Catedral de San Pedro de Colonia el día de Navidad. Desde ese momento no dejó sus labores de canciller. Sin embargo se le vio muy entregado a su faceta espiritual y pastoral con los necesitados.

Una vez que muere Otón, Heriberto se encarga de su cristiana sepultura. Él mismo se lleva la insignia para imponérsela al nuevo Emperador, Enrique de Baviera. Ahí surge la cruz porque éste piensa que Heriberto lo que busca es otro gobernante y tuvo enfrentamiento con él. Cuando descubre su error, le pide perdón de forma pública. Fue el Fundador del Monasterio y la Iglesia de Deutz. San Heriberto muere en Colonia el año 1021.

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