San Martín Dumiense, hombre monástico

Redacción Religión

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La vida monástica forma parte de muchos hombres que se han retirado o han pasado toda su existencia en los muros de un Convento para estar cerca de Dios y presentarle con oraciones las inquietudes de los hombres. El Santoral de hoy nos presenta a San Martín Dumiense, imbuido del espíritu monacal. Su vida se desarrolla en el territorio de los suevos, donde convirtió a estos bárbaros a la Fe del Señor Jesús.

Este pueblo, temido por las demás civilizaciones de la época, había llegado hasta Roma, y arrasaron diversas partes del Viejo Continente como Germania, Las Galias, traspasando las puertas de Hispania en Los Pirineos. El Sur de la Península sería dominado por ellos, estableciendo Braga como su capital. El nacimiento de este Santo, que la historia le distingue de San Martín de Tours, es en Panonia el año 515.

El afán por conocer la Tierra de Cristo se hará realidad, peregrinando a los Santos Lugares donde podrá hacer penitencia y meditar, así como entrar un poco más en la esfera de los Santos Padres, gracias al estudio del griego. En Dumio, funda un Monasterio con la idea de difundir el Evangelio, contribuyendo a la alabanza divina, la oración y la contemplación, en un clima de recogimiento interior, ganándose el pan con el sudor de su frente como pide la Sagrada Escritura.

Consagrado Obispo, rige a los monjes, apoyándose en la Regla de San Benito del “Ora et Labora”, tomando además Arlés como lugar de referencia. Sigue de cerca de los clérigos, impulsando su formación, según manda la Santa Madre Iglesia. El Concilio de Braga, supone la unidad del rey suevo y arriano, así como de todo su séquito, en la Fe y la vida. San Martín de Dumio muere a finales del siglo VI.

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