Publicado el - Actualizado
2 min lectura
Muchas grandes celebraciones quedan completadas por otras festividades que complementan su sentido. Hoy celebramos la Coronación de la Virgen. Ocho días después de celebrar su Asunción a los Cielos, María es Coronada como Reina y Señora de Cielos y tierra. La celebración quedó instituida por Pío XII. Este Papa que había definido en 1950 el Dogma de La Asunción de la Virgen, completó este Misterio con la festividad de Santa María Reina a la semana siguiente.
En la Sagrada Escritura, el Pasaje de la Encarnación presenta al Arcángel San Gabriel, diciendo a María “Salve”, un saludo reservado exclusivamente para reyes y emperadores en la cultura romana que hemos heredado. También el Apocalipsis le presenta como la Mujer que aparece en el Cielo coronada con doce estrellas y la luna por pedestal. La Coronación de La Virgen es abordada en el siglo II por Melitón de Sardes, cuando habla del Ciclo de la Vida de Nuestra Señora.
En el siglo V el Concilio de Éfeso que define el Dogma de María Madre de Dios, le llama también “Reina”. El Papa Benedicto XIV en el año 1742 establece que en Pascua se sustituya el Ángelus por la oración mariana del Regina Caeli, otorgando la realeza a Santa María. Precisamente en el siglo XX el propio Pío XII escribe la Encíclica titulada “A la Reina de los Cielos”, dando este mismo Título a La Señora.
Así se la invoca en el quinto Misterio del Santo Rosario. Y en la Letanía se le invoca en varias aclamaciones como Reina. Muchas han sido las representaciones que se han hecho de esta Celebración. Algunas de ellas presentan a la Virgen Asunta a los Cielos y la Santísima Trinidad le Corona a la vista de todos los Santos. También tiene una representación iconográfica la Catedral de Notre-Dâme en París.